miércoles, 7 de octubre de 2009

Pasar a la historia


"Señores -dijo de golpe Leonardo, a contramano, por sorpresa, para desconcierto del atolondrado y semidormido auditorio de muchachos que lo escuchaban entre espesas brumas durante la primera hora de clase de aquel lunes-: Para nada debe preocuparles el oscuro concepto que encierra la consabida y lexicalizada expresión de pasar a la historia. Piensen que quien está inquieto por pasar a la historia, es decir, por quedar en la memoria de los demás, suele desatender, a menudo, los avatares de su propia y única existencia. Fíjense en que los grandes genios, los artistas consagrados que ya están en la historia, nunca lo buscaron deliberadamente y seguro que les importó un comino la susodicha cuestión. Por ello, no voy a hablarles hoy de eso, sino de quienes pasan a la historia por méritos ajenos, en función de lo que otros, y no ellos, hicieron. Lo mejor es empezar por poner ejemplos. Ahí van unos cuantos en forma de interrogaciones retóricas. ¿Quién se acordaría hoy de Isabel Freyre, de Antonio de Fonseca, si Garcilaso no la hubiera convertido en la Elisa de sus versos? ¿Quién de la duquesa de Soma si Boscán no le hubiera escrito tan celéberrima epístola? ¿Quién habría rescatado del olvido el nombre de fray Juan Gil de no haber sido por Cervantes? ¿Y de Casta Esteban quién se acordaría de no ser por Bécquer? ¿Y de Felipe Acedo Colunga si no fuera por Besteiro?" Leonardo observa que una mano se levanta e interrumpe su discurso. Con un gesto Leonardo concede la palabra a su joven interlocutor y este pregunta: "¿Quién era Besteiro?" Leonardo le mira con ojos de desconcierto y le responde: "Alguien que merece sobradamente estar en la historia, esto es, en la memoria y la consideración de las gentes. Me anticipo a su porqué y le invito a que descubra por usted mismo las razones."

Leonardo dio la clase por acabada cuando llegó el momento no sin poder evitar pensar que sus jóvenes alumnos y él vivían en países diferentes con historias distintas.

Nota. La foto que ilustra la entrada es de la estatua de Ataúlfo Argenta y la tomé en Castro Urdiales.

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