Muere Miguel Delibes en la esperanza de encontrar a Cristo en la última vuelta del camino, en la confianza de que será recordado como un buen hombre, buena gente, y en la seguridad de que llegó hasta donde pudo en el mundo de la literatura, pero que en cualquier caso llegó muy lejos.
Me golpea en esta mañana lluviosa una vez más en Barcelona la noticia del fallecimiento del escritor. Caigo en la cuenta de que su vida ha sido paralela a la de mi padre, nacieron con meses de diferencia y han muerto ambos con un intervalo de poco más de mes y medio. Echo la vista atrás y advierto que los libros de Delibes me han acompañado siempre y que he debido leer la casi totalidad de su obra narrativa; con todo, tengo pendiente la lectura, aunque muchos de los cuentos ya los leí en los volúmenes sueltos cuando se publicaron en su día, de Viejas historias y cuentos completos que publicó en 2006 Menoscuarto, en la colección “Reloj de arena”, que dirige Fernando Valls, con un estupendo prólogo de Gustavo Martín Garzo. Traigo este libro aquí porque fue el último suyo que compré. Lo empezaré a leer hoy como homenaje secreto a este escritor a quien tanto queremos y admiramos todos en casa. Lo he dicho en múltiples ocasiones: el mejor homenaje que se le puede tributar a un escritor es leer lo que escribió.
Adiós, maestro. Si llega mi humilde voz hasta donde quiera que esté en este momento, me gustaría que supiera que hasta el día de hoy he hecho leer sus novelas a muchos jóvenes que ya ni siquiera conocen el santo de su nombre. Ojalá la esperanza de la que hablaba arriba se cumpla. Tenga, no obstante, la seguridad de que le recordaremos como un hombre de bien y como un extraordinario escritor, cuya obra está llamada a quedar, a vencer al tiempo y a la muerte despiadada que por no hacer mudanza en su costumbre hoy, a las siete de la mañana, ha puesto el punto final a una vida cumplida, plena y de la cual serán testimonio eterno sus muchos libros.
Nota. La foto del escritor está tomada de hola.com, la de la portada del libro de la página web de la editorial Menoscuarto. La esperanza, la confianza y la seguridad de que se habla en el primer párrafo son expresiones del propio Delibes, manifestadas en la última entrevista que concedió hace un tiempo a la televisión y que hoy ha rescatado CNN+ en sus primeros informativos de la mañana.
Me golpea en esta mañana lluviosa una vez más en Barcelona la noticia del fallecimiento del escritor. Caigo en la cuenta de que su vida ha sido paralela a la de mi padre, nacieron con meses de diferencia y han muerto ambos con un intervalo de poco más de mes y medio. Echo la vista atrás y advierto que los libros de Delibes me han acompañado siempre y que he debido leer la casi totalidad de su obra narrativa; con todo, tengo pendiente la lectura, aunque muchos de los cuentos ya los leí en los volúmenes sueltos cuando se publicaron en su día, de Viejas historias y cuentos completos que publicó en 2006 Menoscuarto, en la colección “Reloj de arena”, que dirige Fernando Valls, con un estupendo prólogo de Gustavo Martín Garzo. Traigo este libro aquí porque fue el último suyo que compré. Lo empezaré a leer hoy como homenaje secreto a este escritor a quien tanto queremos y admiramos todos en casa. Lo he dicho en múltiples ocasiones: el mejor homenaje que se le puede tributar a un escritor es leer lo que escribió.
Adiós, maestro. Si llega mi humilde voz hasta donde quiera que esté en este momento, me gustaría que supiera que hasta el día de hoy he hecho leer sus novelas a muchos jóvenes que ya ni siquiera conocen el santo de su nombre. Ojalá la esperanza de la que hablaba arriba se cumpla. Tenga, no obstante, la seguridad de que le recordaremos como un hombre de bien y como un extraordinario escritor, cuya obra está llamada a quedar, a vencer al tiempo y a la muerte despiadada que por no hacer mudanza en su costumbre hoy, a las siete de la mañana, ha puesto el punto final a una vida cumplida, plena y de la cual serán testimonio eterno sus muchos libros.
Querido Javier, al igual que tu esta mañana me ha sorprendido la muerte de Miguel Delibes del que aún, he de confesar, me faltan obras por leer.
ResponderEliminarTampoco dudaba que en el día de hoy dedicarías tu blog a este maestro de la literatura española, que gano todo lo que se puede ganar en premios a lo que esta se refiere.
Simplemente pienso que este escritor en todo momento demostró su valía como tal, y como tal murió. Un hombre de corazón y mente puros al que la vida jugo una mala pasada en forma de cáncer, pero aún así en ningún momento bajo la guardia y escribió sin descanso hasta el día de ayer, ejemplo notable para todos de superación personal.
Todos los amantes de la literatura lloramos en silencio su pérdida, pero siempre nos quedará bien vivo su recuerdo (como tu bien dices) en forma de obras, pues eso es bien seguro que nada ni nadie podrá borrarlo jamás.
Aprovecho para decirte lo mucho que siento la desaparición de tu padre.
Un fuerte abrazo profesor.
Gracias por tu comentario, Francesc y por el doble recuerdo, el personal hacia la figura de mi padre y el literario hacia la entrañable figura de Delibes, cuya obra te recomiendo fervorosamente, así, al azar, cualquier novela que decidas leer te gustará, seguro.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Javier.
Gracias, Javier, por el recuerdo de Delibes y por la atención a nuestro libro.
ResponderEliminarAyer te echamos de menos en el Carmelo.
Gracias a ti, Fernando, por haber echado en falta una edición de los cuentos completos de Delibes y haberla realizado con tanta delizadeza como acierto, y gracias también a nuestro común amigo palentino, heroico editor, José Ángel Zapatero.
ResponderEliminarMás adelante, cuando la ocasión lo permita descenderemos del Monte Carmelo hacia las vastedades mediterráneas y habrá ocasión de encuentro, seguro.
Un fuerte abrazo, Javier.