La impermanencia -mal que nos pese, o no- es la ley permanente de la existencia. Yo ya no soy el que fui, ni soy el que seré. De hecho es difícil incluso afirmar que "soy". Es una convención, pero ignoro su alcance.
Lo mismo disgo, José Migueles, es siempre un placer leer lo que ambos escribís. Joselu acuérdate de lo que le decía Don Quijote a Sancho, conócete a ti mismo que es la ciencia más difícil que imaginarse pueda. Luis no sólo es difícil lo que dices, aún lo es más engañarse a uno mismo. Eso mismo me pregunto, Javier, a cada momento. Gracias a todos por vuestros comentarios. Un abrazo, Javier.
Es una alegría volver a leerte, Javier, y más con este estupendo haiku. Preofundo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Digo lo mismo que mi tocayo, Javier. Espero que hayas tenido buenas vacaciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
La impermanencia -mal que nos pese, o no- es la ley permanente de la existencia. Yo ya no soy el que fui, ni soy el que seré. De hecho es difícil incluso afirmar que "soy". Es una convención, pero ignoro su alcance.
ResponderEliminar¡No es fácil engañar a los espejos! (Aunque también he advertido que unos hablan de una manera más descarnada que otros.)
ResponderEliminarUn abrazo.
Pero, si no soy yo, ¿entonces quién soy?
ResponderEliminarUn abrazo
Lo mismo disgo, José Migueles, es siempre un placer leer lo que ambos escribís.
ResponderEliminarJoselu acuérdate de lo que le decía Don Quijote a Sancho, conócete a ti mismo que es la ciencia más difícil que imaginarse pueda.
Luis no sólo es difícil lo que dices, aún lo es más engañarse a uno mismo.
Eso mismo me pregunto, Javier, a cada momento.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Un abrazo, Javier.