domingo, 17 de octubre de 2010

Pequeña cerrilidad pueblerina...


Hace unas semanas, el 20 de septiembre, dediqué una entrada a José Antonio Labordeta con motivo de su fallecimiento. Afirmaba en ella, traición inequívoca de la memoria, que su disco Cantar i callar lo editó “Edigsa, la de los cantautores catalanes”. He leído en estos días su libro Regular, gracias a dios. Memorias compartidas, tan estremecedor en lo que se refiere a la narración de los efectos de la devastadora enfermedad que acabó llevándoselo y tan tierno como nostálgico en la recreación de los recuerdos. Pues bien, cuando se refiere a la grabación y posterior salida a la venta de aquel disco escribe con cierta sorna el siguiente párrafo, tan elocuente, que copio aquí:

Tres hitos de la canción. Lo que había empezado siendo casi un juego se fue convirtiendo en un compromiso y para muchas personas en una necesidad. El EP de cuatro canciones se transformó en un LP diseñado por Gonzalo Tena, grabado en Barcelona y editado por Le Chant du Monde. Esto se hizo así porque Edigsa –discográfica que tenía el contrato- se negó a editarlo porque ellos eran catalanes y solo aceptaban canciones en catalán o en euskera. Los demás pasábamos a la historia. Lo que sucedió fue que el sello Le Chant tenía más prestigio por Europa, así que gracias a esa pequeña cerrilidad pueblerina, salí ganando. El disco llevaba por título Cantar i callar. De la i latina yo decía en broma que era que el título estaba en altoaragonés. Algunos se lo creyeron; otros se cabrearon.

De lejos viene, pues...