La feria del libro de ocasión, prefiero la expresión de lance, que cada año se instala en el Paseo de Gracia de Barcelona desde mediados de septiembre a principios de octubre, es ya una costumbre en el inicio del otoño entre los barceloneses y las gentes curiosas que visitan nuestra ciudad y se acercan a ver libros, antiguos y no tanto, que se venden a buen precio. Soy asiduo desde hace años y he de decir que he encontrado a menudo libros interesantes, unos años más que otros, para decirlo todo. Con melancolía, el último día, el pasado domingo, me encuentro con un volumen encuadernado en piel con el título grabado en oro en el lomo Poemas en prosa de Carlos Baudelaire. Lo abro y es la edición de Espasa-Calpe de 1935 con una pequeña nota debajo del título y del nombre del autor que dice: “La traducción del francés ha sido hecha por E. Díez-Canedo.” Lo compro inmediatamente a un precio más que razonable.
Mientras camino de vuelta a casa me pregunto quién se acuerda de don Enrique Díez-Canedo, el crítico literario, el poeta, el traductor, el periodista, el que llamó a Aub “viajante de poesía” y le prologó su primer libro de poemas Los poemas cotidianos en 1925; Díez-Canedo, el que murió en el exilio en México, en junio de 1944, con la herida de España sangrándole en el corazón. ¡Ay, España, siempre España! Vuelvo a recrearme en la prosa de Baudelaire, tan sugerente, tan poética, tan precisa en estos textos antecedente sin duda de los microrrelatos, basta con leer el estremecedor "La desesperación de la vieja", al inicio del libro.
A veces tengo la sensación de vivir en un tiempo perdido; perdido en la memoria de los hombres. Pero de pronto, me encuentro con algunas personas como tú, que habitan ese mismo mundo y pienso, no estoy solo, somos más los desterrados de la "rabiosa actualidad".
ResponderEliminarUn abrazo y enhorabuena por esa pequeña joya.
Gracias, Rafael, por tu comentario. Un abrazo, Javier.
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