A todos los que pasáis alguna vez por aquí, y a los que no pasáis también, os deseo feliz navidad y un próspero, si puede ser, 2014.
Voy a necesitar, para los tiempos que vienen, recuperar mi alma antigua de niño, así que estas navidades haré como Federico García Lorca en el poema de 1919 "Balada de la placeta", incluido en Libro de poemas, 1921: irme muy lejos, cerca de las estrellas, para pedirle a Cristo Señor que me devuelva mi alma antigua de niño:
Se ha llenado de luces
mi corazón de seda,
de campanas perdidas,
de lirios y de abejas.
Y yo me iré muy lejos,
más allá de esas sierras,
más allá de los mares,
cerca de las estrellas,
para pedirle a Cristo
Señor que me devuelva
mi alma antigua de niño,
madura de leyendas,
con el gorro de plumas
y el sable de madera.
En ese caso llévame contigo, allende las estrellas.
ResponderEliminar¡Feliz Navidad!
Que se cumplan tus deseos, Javier, que se cumplan...
ResponderEliminarUn abrazo
Amigo Javier, que tengas una feliz navidad y que el año 2014 sea mejor de lo que te puedas imaginar
ResponderEliminarFrancesc Cornadó
Gracias, Javier, y lo mismo te deseo.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier.
Igualmente, Francesc, pero que sea un 2014 sin tierra prometida.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier.
Cuanto más alto volemos, Rafael, más nos alejaremos de las miserias que nos rodean, que no son pocas.
ResponderEliminarFeliz Navidad para ti y también para los tuyos.
Un abrazo, Javier.
Mi visión de niño de Dios era un tanto tortuosa, así que no vamos a evocar esa alma de niño que prefiero lejana, pero sí que en cierto sentido tenía una potencia que ya quisiera en mi adultez. Los ojos de un niño ven con una transparencia que no se vuelve a repetir.
ResponderEliminarFeliz Navidad.
No tengo grandes deseos para que se cumplan, pero ansío que un tiempo de esperanza se abra en nuestras almas.
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ResponderEliminarPues quizá sea esa transparencia lo que merezca la pena recobrar.
ResponderEliminarFeliz Navidad, Joselu, y que venga bien el 2014, sin tierra prometida, como le digo a Francesc, y también sin paraísos artificiales en los que no creo.
Un abrazo, Javier.
Feliz Navidad, Javier. Ojalá encuentres ese alma, a todos nos hace falta para ser felices. Entonces, las cosas no tendrán tanta importancia.
ResponderEliminarIgualmente para ti y para los tuyos, José Miguel. Sigo dándome paseos por esos andurriales tuyos muy a menudo, aunque no dé señales de vida, como nuestro común amigo González Romano, que no renueva su interesante blog desde hace meses, para él también Feliz Navidad.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier.