sábado, 27 de abril de 2013

Tanka de la poesía

                               
                        (Dibujo de José Moreno Villa, de su libro Jacinta la Pelirroja, 1929)


TANKA DE LA POESÍA

El universo
está en la poesía
inicio y fuente
de la que fluye limpia
el agua de la verdad.

(Completando un tanka con Moreno Villa.)

martes, 23 de abril de 2013

Tanka del amor



TANKA DEL AMOR

Es llama el amor
que el corazón incendia
sosiega y colma
fulgor que no se extingue
paz y en el alma vida.

Nota. La foto está tomada en Portbou, en marzo.

miércoles, 17 de abril de 2013

Salazar Chapela: uno de los nuestros


A Jusep Mengual, en la amistad,
y celebrando sus Negritas y cursivas.

Como no se escriba la historia de la literatura española de los últimos años con un criterio más generoso, quedará olvidado como tantos; la honradez, sentenciará Aub en su diario el 23 de febrero de 1965, día en que le llega noticia del fallecimiento en Londres de su amigo Esteban Salazar Chapela, no sirve para la inmortalidad. Cuando se encuentran en Londres, en septiembre de 1956, hace veinte años que no se han visto. Los dos amigos, bajitos y con el pelo blanco, beben vino de Tarragona en el pequeño apartamento donde vive Salazar Chapela, en Barkston Gardens, juno al Támesis. Está escribiendo Desnudo en Piccadilly, que publicará tres años después. Le comenta a Aub que alimenta la idea de escribir un libro con los recuerdos de los días de la guerra en Valencia. Con el tiempo lo escribirá, pero quedará inédito y se publicará, póstumamente, bajo el título de En aquella Valencia.


Salen a la calle porque Aub quiere ver pintura y le pide a su amigo que le acompañe a la National Gallery. Toman el metro en Piccadilly Circus y se bajan en Trafalgar Square, plaza a la que asoma la fachada principal del museo, de estilo neoclásico, con la cúpula central y la columnata. Salazar le lleva directamente a la sala veintinueve, donde está expuesta la Venus del espejo, de Velázquez. Aub se enternece al comprobar hasta qué punto tiene su amigo a España, ¡ay, España!, metida en el corazón. En 1961, Salazar se decidirá a viajar a Madrid y a su Málaga natal; sólo recogerá sinsabores y regresará a Londres: "Es mejor estar exiliado en México o en Londres -escribirá a Aub en octubre de 1961- que estar enterrado en Madrid, así que con ese consuelo he vuelto a mi exilio en Inglaterra". 

Así siguió, viviendo del periodismo y de la crítica, con dificultades y estrecheces, ignorado en España. En 1961 se publicó la versión inglesa de su novela, Naked in Piccadilly. Murió a causa de un envenenamiento de la sangre que los médicos confundieron con una bronquitis, solo, en un hospital londinense. Cuando se fue, Aub escribió: "uno más, uno menos de los nuestros".

Nota. Esta entrada la ha provocado la que acabo de leer en el blog de Jusep Mengual Negritas y cursivas, y supone un diálogo entre bitácoras con el exilio al fondo. Los que pasáis por aquí podéis conectaros al blog de Mengual desde los enlaces, en la columna de la derecha o situando el cursor encima de su nombre en la dedicatoria. La fotografía está tomada del diario El País. El texto procede de mi novela sobre Aub.

lunes, 8 de abril de 2013

Cervantes en Tiempo de silencio



A veces a Leonardo le gusta rendir homenaje, en sus clases, a los grandes filólogos, esos que nos han ayudado a leer mejor a los clásicos con sus análisis y sus comentarios. "Cuando murió -les cuenta cuando por enésima vez le toca explicar la obra de Cervantes- en 2001 Edward C. Riley, quien en su Introducción al Quijote escribió que la locura de don Quijote "no es una locura caprichosa que lo abarca todo, sino que se dirige únicamente a su obsesión caballeresca" y que cuando sale de ella "puede hablar y actuar tan cuerdamente como cualquiera y la gente se maravilla del buen sentido y de la inteligencia de su discurso" y que, por tanto, se puede considerar al personaje "como un loco con intervalos lúcidos", cuando murió -dice Leonardo- en 2001, la reseña necrológica la escribió, en El País, otro gran filólogo, Francisco Rico. También los escritores, en este caso un novelista célebre, no olviden que la literatura se nutre a menudo de literatura, Luis Martín-Santos, hace que en una noche de sábado, después de haber cenado una emblemática pescadilla mordiéndose la cola, en el Madrid del franquismo, Pedro, el investigador personaje principal de la novela, reflexione lúcidamente sobre Cervantes al hilo de un paseo por lo que hoy se conoce como el barrio de los escritores; escuchen:  

Por allí había vivido Cervantes -¿o fue Lope?- o más bien los dos. Sí; por allí, por aquellas calles que habían conservado tan limpiamente su aspecto provinciano, como un quiste dentro de la gran ciudad. Cervantes, Cervantes. ¿Puede realmente haber existido en semejante pueblo, en tal ciudad como esta, en tales calles insignificantes y vulgares un hombre que tuviera esa visión de lo humano, esa creencia en la libertad, esa melancolía desengañada tan lejana de todo heroísmo como de toda exageración, de todo fanatismo como de toda certeza? ¿Puede haber respirado este aire tan excesivamente limpio y haber sido consciente como su obra indica de la naturaleza de la sociedad en la que se veía obligado a cobrar impuestos, matar turcos, perder manos, solicitar favores, poblar cárceles y escribir un libro que únicamente había de hacer reír? ¿Por qué hubo de hacer reír el hombre que más melancólicamente haya llevado una cabeza serena sobre unos hombres vencidos? ¿Qué es lo que ha querido decirnos el hombre que más sabía del hombre de su tiempo? ¿Qué significa que quien sabía que la locura no es sino la nada, el hueco, lo vacío, afirmara que solamente en la locura reposa el ser-moral del hombre?

"Ignoro -continuó Leonardo después de cerrar el ejemplar de la edición de la novela Tiempo de silencio, a la que pertenecía el fragmento que leyó a sus alumnos- si han reflexionado ustedes alguna vez acerca de la locura y su naturaleza, si no lo han hecho ya, pueden empezar a hacerlo a partir de la metáfora de Martín-Santos: la locura no es sino la nada, el hueco, lo vacío. Convengan conmigo en que no está nada mal, para empezar, ese aforismo. La clase ha terminado."  

jueves, 4 de abril de 2013

José Ramón Arana: biografía de solapa / y 3

              (Elvira Godás, Veturián Arana Godás y José Ramón Arana en México, junio de 1962)

José Ramón Arana nació en Zaragoza el trece de marzo de 1905. El fallecimiento de su padre, maestro rural, en 1913 abocaría al escritor a una prematura adolescencia sustanciada en duros oficios. En su juventud trabajó en una fundición en Barcelona y más tarde fue empleado de banca en Zaragoza. De formación autodidacta, las lecturas de sus años de aprendizaje le dejaron un poso de hondura existencial, así como las menesterosas experiencias laborales despertaron en él una inagotable sed de justicia social que lo acompañaría a lo largo de su vida. Durante la Guerra Civil desarrolló una intensa actividad política, en el ámbito de la izquierda republicana, en Aragón y en Cataluña. El final de la guerra le sorprendió en Bayona, Francia, donde cumplía una misión de información; allí fue detenido e ingresado en el campo de concentración de Gurs. Consiguió escapar y llegar a Marsella, donde embarcó rumbo a México, país en el que residiría hasta 1972, año en el que regresó a España gravemente enfermo. Murió el veintitrés de julio de 1973 en Zaragoza. Está enterrado en el cementerio de Monegrillo.

Aunque sus primeras obras vieron la luz en la Barcelona en guerra, el grueso de su labor literaria lo desarrolló en el exilio mexicano, donde, además de fundar junto a Manuel Andújar la revista Las Españas, publicó, entre otros, el libro de poemas A tu sombra lejana (1942), la novela corta, una de las mejores sobre la Guerra Civil, El cura de Almuniaced (1950), la obra dramática Veturián (1951) y los ensayos Esta hora de España (1957) y Cartas a las nuevas generaciones españolas (1968). De nuevo en España, publicó Can Girona (1973), primer volumen del ciclo novelesco-biográfico Por el desván de los recuerdos, cuyo segundo volumen, ¡Viva Cristo Ray! y todos los cuentos, se editó póstumamente en 1980.

lunes, 1 de abril de 2013

José Ramón Arana: los aforismos de Pedro Abarca / 2


[1] España será libre tan pronto como los españoles se hayan puesto en condiciones de querer serlo, es decir, tan pronto como en vez de embestir, discurran.


[2] ¿Por qué, nosotros, españoles, no hemos de ser los primeros en salirnos de la recua mental puesta a la cola de gringos o de rusos? ¿Es que no hay para el hombre sino el despeñarse hacia el Este o chapotear hacia el Oeste?

[3] Después de tanta sangre, tanta ruina y tanto sufrimiento, luego de tanta experiencia acumulada y de mascar fracaso tras fracaso durante veintiún años seguidos, da pena tener que levantar la voz para señalar puras evidencias y decir cosas elementales.

[4] Fascismo o comunismo era, o parecía ser, el dilema acorralador.

[5] Lo de “borrón y cuenta nueva” nos ha indignado siempre. Significa tirar a la basura nuestro millón de muertos; dejar a medio hacer, como otras veces, lo a tan alto costo comenzado; hacernos trampas a nosotros mismos.

[6] Cristianismo y socialismo son cosa viva, de sustancia. De esas sustancias se han de nutrir los dos grandes partidos del futuro. Sus modos y maneras deben ser españoles; su pulsación la de este tiempo; su meta una España habitable en libertad y dignidad, aportadora de sus grandes valores conservados al acervo de la comunidad humana.

[7] Poesía es lo que únicamente se descubre a cierta manera de estar siendo o, quizá, lo que resulta de estar siendo de manera determinada.