Quiero con esta entrada agradecer a todas las personas que me acompañaron el sábado 24 de octubre en la presentación de El hijo del guarda su asistencia al acto. Gracias, de corazón. Para mí fue muy emotivo, sentí muy de cerca el calor de las personas que ya considero mis amigos. Reproduzco aquí este breve pasaje de la novela en el que el narrador habla del paisaje de la Sierra de Gata en la primavera de 1936:
Cae la lluvia mansamente, como si no quisiera maltratar ni la tierra ni los árboles ni los campanarios de las iglesias ni los rojos tejados de las casas.
Cae la lluvia sobre la Sierra de Gata y empapa los campos y las dehesas para que la tierra sea fértil y dé generosa los frutos que alimentan a los hombres.
Cae la lluvia sobre los caminos y las casas solitarias, sobre las huertas y los corrales. Cae la lluvia sobre la tierra callada, que no sabe de caciques ni de luchas obreras ni de revoluciones ni de violencias.
Cae la lluvia y la Sierra de Gata se encoge sobre sí misma, tiritando de frío, sin saber que el conflicto está a punto de estallar y que no será agua lo que empapará sus campos en pocas semanas.
Cae la lluvia sobre el sosegado corazón de los hombres de bien, de los hombres de paz, que ignoran lo que en nada se les vendrá encima. Cae la lluvia y es todavía una lluvia de esperanza que reverdece la vida y llena de nostalgia el paisaje. Cae la lluvia sobre la Sierra de Gata.
Nota. La fotografía fue tomada a primera hora de la mañana del domingo 25 de octubre en la carretera de San Martín de Trevejo a El Payo.
Cae la lluvia mansamente, como si no quisiera maltratar ni la tierra ni los árboles ni los campanarios de las iglesias ni los rojos tejados de las casas.
Cae la lluvia sobre la Sierra de Gata y empapa los campos y las dehesas para que la tierra sea fértil y dé generosa los frutos que alimentan a los hombres.
Cae la lluvia sobre los caminos y las casas solitarias, sobre las huertas y los corrales. Cae la lluvia sobre la tierra callada, que no sabe de caciques ni de luchas obreras ni de revoluciones ni de violencias.
Cae la lluvia y la Sierra de Gata se encoge sobre sí misma, tiritando de frío, sin saber que el conflicto está a punto de estallar y que no será agua lo que empapará sus campos en pocas semanas.
Cae la lluvia sobre el sosegado corazón de los hombres de bien, de los hombres de paz, que ignoran lo que en nada se les vendrá encima. Cae la lluvia y es todavía una lluvia de esperanza que reverdece la vida y llena de nostalgia el paisaje. Cae la lluvia sobre la Sierra de Gata.
Nota. La fotografía fue tomada a primera hora de la mañana del domingo 25 de octubre en la carretera de San Martín de Trevejo a El Payo.
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