viernes, 11 de diciembre de 2015

Fátima Mernissi: aforismos

 


[1] No hay que admitir nunca la superioridad masculina, porque es absurda y absolutamente antimusulmana: Alá nos hizo a todos iguales.

[2] Hay que aprender a gritar y a protestar, del mismo modo que se aprende a caminar y a hablar. Llorar cuando te ofenden es como pedir más.

[3] ¿Somos musulmanas o no? Si lo somos, todo el mundo es igual. Alá así lo dijo. Y lo mismo predicó Su profeta. Nunca hay que aceptar la desigualdad, porque no es lógica.

[4] Todos los seres humanos son iguales, sin que importe el dinero que tengan, su origen, el lugar que ocupen en la jerarquía, ni cuáles sean su idioma y su religión. Si se tienen dos ojos, una nariz, dos piernas y dos manos, entonces uno es igual que todos los demás. 

[5] Cuando vas a emprender una aventura, no tienes que considerar el principio sino el final. Así que cuando te entren deseos de volar, piensa cómo y dónde acabarás.

[6] Una persona es feliz cuando se siente bien, alegre, creadora, satisfecha, amorosa, amada y libre. Una persona infeliz tiene la sensación de que existen barreras que aplastan los deseos y talentos que posee.

[7] Los sueños pueden cambiar la vida y, a la larga, el mundo.

[8] La peor de las prisiones es la que uno mismo se crea.

[9] Las vidas de las feministas parecían tratar todas de luchas y matrimonios desgraciados, nunca de momentos felices, noches maravillosas o lo que fuera que les diese fuerza para seguir adelante. Si alguna vez dirigía alguna batalla por la liberación de la mujer, no olvidaría la sensualidad. ¿Para qué rebelarse y cambiar el mundo si no puedes conseguir lo que le falta a tu vida? Y lo que le falta más claramente a nuestras vidas es amor y lujuria. ¿Por qué organizar una revolución si el nuevo mundo va a ser un desierto emocional?

[10] Es cierto que si no posees el poder, un simple sueño no transforma el mundo ni hace desaparecer los muros, pero te ayuda a conservar la dignidad.

Nota. Hace unos días falleció Fátima Mernissi. Sueños en el umbral, libro editado por Muchnik Editores en marzo de 1995, en traducción del inglés de Ángela Pérez, es una de las memorias de infancia más hermosas que he leído y desde luego, ni por su estilo ni por su contenido, el libro dejará indiferente al lector que se acerque a él. En este tiempo en que la tolerancia, pero también la lucidez, la claridad de ideas y la valentía, son tan necesarias, dejo aquí como homenaje  a la mujer y a la escritora estos aforismos intratextuales, todos ellos pertenecientes al libro mencionado. Me uno al dolor de sus familiares y amigos. Descanse en paz.

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