Para D.Z., que nos dejó un lunes de agosto, in memoriam
Nunca sabremos lo que fuiste a buscar
aquella madrugada de verano
sobre el sordo rumor de un mar lejano
ni qué oscuras sombras cegaron tu azar
volviéndolo triste de luto y pesar
de palabras pronunciadas en vano
de un dolor antiguo y siempre cercano
de un sueño que no volverás a soñar.
Si es verdad que tras esta hay otra vida
en la que es eterna la luz del cielo
y tiene el laberinto una salida,
deja que en tu nombre al Señor le pida
humildemente para ti el consuelo
de saberte memoria estremecida.
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