De diatriba contra el amor podrían calificarse las palabras con que Pleberio se refiere a la tragedia de la muerte de su hija en el planto que cierra la extraordinaria obra de Rojas. Estas son algunas de ellas:
¡Oh amor, amor, que no pensé que tenías fuerça ni poder de matar a tus subjectos! (...) ¿Quién te dio tanto poder? ¿Quién te puso nombre que no te conviene? Si amor fuesses, amarías a tus sirvientes; si los amasses, no les darías pena; si alegres viviessen, no se matarían como agora mi amada hija. (...) Bienaventurados los que no conociste o de los que no te curaste. Dios te llamaron otros, no sé con qué error de su sentido traídos. Enemigo de toda razón, a los que menos te sirven das mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congoxosa dança. (...) Ciego te pintan, pobre y moço. Pónente un arco en la mano con que tires a tiento. Tu fuego es ardiente rayo que jamás haze señal do llega. La leña que gasta tu llama son almas y vidas de humanas criaturas.
Laméntase Pleberio de que la falsa alcahueta Celestina muriese a manos de los criados de Calisto, Pármeno y Sempronio, que a su vez fueron degollados; Calisto murió despeñado y Melibea "quiso tomar la misma muerte por seguirle". Eso es lo que provocan los excesos de amor. "Dulce nombre te dieron, se queja Pleberio, amargos hechos hazes."
Nota. La foto la tomé, en los últimos días del año 2013, en la Plaza Mayor de Cáceres.
Todos los poemas de amor deben enmendarse.
ResponderEliminarContienen bellas imágenes entre labios y dolor
-nada que objetar de la apariencia-
en todo caso, ciertas caligrafías
hechas con mano temblorosa.
En las horas de soledad
el amor desconcierta la mente y hace crujir los dientes.
Cuando el poeta rime de nuevo
hará versos con pasiones y secreciones
contará las sílabas de
per-pe-tua-ción de laes-pe-cie
y buscará metáforas para explicar
el deseo y el arrebato,
tal como siempre han hecho los poemas de amor.
Todos los poemas de amor deben ser retocados.
Las comas separan suspiros y lágrimas,
-nada que decir de la forma -
los claros de luna tienen una métrica precisa,
casi siempre perfecta de ritmo y de acentos
pero hay engaño detrás de los versos
más tristes que se puedan escribir esta noche.
Un abrazo
Francesc Cornadó