Así, de esta manera lúcida y penetrante, nos dejaba Galdós la visión de la España de los días previos a la revolución del 68 en su novela Tormento; al releer estas palabras, cuántas semejanzas se pueden hallar con la España de nuestros días:
En una sociedad como aquella, no vigorizada por el trabajo, y en la cual tienen más valor que en otra parte los parentescos, las recomendaciones, los compadrazgos y amistades, la iniciativa individual es sustituida por la fe en las relaciones. Los bien relacionados lo esperan todo del pariente a quien adulan o del cacique a quien sirven, y rara vez esperan de sí mismos el bien que desean. En esto de vivir bien relacionada, la señora de Bringas no cedía a ningún nacido ni por nacer, y desde tan sólida base se remontaba a la excelsitud de su orgullete español, el cual vicio tiene por fundamento la inveterada pereza del espíritu, la ociosidad de muchas generaciones y la falta de educación intelectual y moral.
¡Y cuántas señoras y señores Bringas hay en nuestros días que todo lo siguen basando en las relaciones! ¡Cuánta pereza de espíritu seguimos teniendo los españoles! ¡Cuánta falta de educación intelectual y moral!
No sé si estoy de acuerdo. Tal vez lo que más se trasluce sea así, pero no es muy diferente de la sociedad de cualquier país en que se mezcla la banalidad, la vulgaridad, la falta de educación estética y moral. No pienso que Estados Unidos sea un país muy profundo en líneas generales, pero eso no impide que tengan a los mejores cerebros del mundo. Entre otras cosas porque creen en sí mismos. Aparte de las carencia intelectuales y morales, que sí, también nos invade un terrible menosprecio de nosotros mismos y nos agrada flagelarnos creyendo que somos siempre la expresión de decadencia y miseria cultural. Esto sí que es un signo distintivo de los españoles, de de tenerse a menos, el de gozar con su achicamiento. Esta crisis es una evidencia de ello. Y todos ponemos nuestro granito de arena para querer creer que no tenemos remedio, que todo sigue igual que en tiempos de Tormento y La de Bringas. Y en momentos de crisis surge con especial virulencia este sentimiento que lleva a los independentistas a ver contrastado su deseo de desprenderse de España, un país decadente. Espero que en este cultivo de la decadencia, surja algún fruto interesante. El Quijote mismo fue fruto de una situación de decadencia y de crisis, igual que Galdós.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estamos donde siempre, soportando nuestra vergüenza. Sin compararlo con ningun otro, este es un país inculto, donde mucho gandul orgulloso espera sentado, sin hacer nada y viviendo sólo de las recomendaciones.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Es un mal que siempre ha arraigado en nuestra cultura.
ResponderEliminarPero parece que va en conseguirlo por mérito propio ? ¿....?
Saludos, manolo
marinosinbarco.blogspot.com
Gracias, Joselu. La discrepancia es buena y enriquece las cosas. No creo, con todo, que sea cuestión de flagelarse, sino de recordar las voces críticas que nos hicieron crecer como país. Galdós representa la España liberal mejor que nadie y dijo lo que había que decir cuando tocaba y con una claridad a la que pocos se atrevieron. Hoy, tal vez, todo esté más disimulado, pero basta echar una ojeada a nuestro alrededor para ver que mucho, mucho, algunas cosas no han cambiado.
ResponderEliminarGràcies, Francesc pel teu comentari. És veritat, encara són molts els que viuen de les recomanacions. És pitjor, amb tot, el clientelisme que ha sabut crear al seu voltant el nacionalisme. En fi...
Gracias Manolo y pásate por esta nave que va un poco a la deriva cuando quieras.
Un abrazo a los tres, Javier.