En Las dos doncellas, una de las Novelas ejemplares de Cervantes, publicadas en 1613, dice el narrador acerca de Barcelona:
Con todo esto, no se descuidaron de darse priesa, de modo que llegaron a Barcelona poco antes que el sol se pusiese. Admiróles el hermoso sitio de la ciudad y la estimaron por flor de las bellas ciudades del mundo, honra de España, temor y espanto de los circunvencinos y apartados enemigos, regalo y delicia de sus moradores, amparo de los estranjeros, escuela de la caballería, ejemplo de lealtad y satisfacción de todo aquello que de una grande, famosa, rica y bien fundada ciudad puede pedir un discreto y curioso deseo.
Dice Antonio Rey Hazas que en Las dos doncellas se produce el "triunfo del amor a despecho de maldicientes y necios, en contra de los escrúpulos y trabas de la moral social, al pairo de los prejuicios de la rigurosa mentalidad del siglo XVII, excesivamente puntillosa en cuestiones de honra." En ese triunfo, de caballeros y damas sevillanas que aparecen vestidas de hombre en traje de caminante, tiene un importante papel el caballero catalán Sancho Cardona, por encima "de las diferencias de nacionalidad que separan a estos andaluces del caballero catalán." Sostiene Rey Hazas que "la novela es una lección de humanismo auténtico y una defensa de los valores del hombre." Dice el narrador de la intervención de este Sancho Cardona:
Es condición natural y propia de la nobleza catalana saber ser amigos y favorecer a los estranjeros que dellos tienen necesidad alguna.
Pues eso, don Miguel, "honra de España" y "ejemplo de lealtad". ¡Ay, si viera vuestra merced los tiempos que corren!...
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