De diatriba contra el amor podrían calificarse las palabras con que Pleberio se refiere a la tragedia de la muerte de su hija en el planto que cierra la extraordinaria obra de Rojas. Estas son algunas de ellas:
¡Oh amor, amor, que no pensé que tenías fuerça ni poder de matar a tus subjectos! (...) ¿Quién te dio tanto poder? ¿Quién te puso nombre que no te conviene? Si amor fuesses, amarías a tus sirvientes; si los amasses, no les darías pena; si alegres viviessen, no se matarían como agora mi amada hija. (...) Bienaventurados los que no conociste o de los que no te curaste. Dios te llamaron otros, no sé con qué error de su sentido traídos. Enemigo de toda razón, a los que menos te sirven das mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congoxosa dança. (...) Ciego te pintan, pobre y moço. Pónente un arco en la mano con que tires a tiento. Tu fuego es ardiente rayo que jamás haze señal do llega. La leña que gasta tu llama son almas y vidas de humanas criaturas.
Laméntase Pleberio de que la falsa alcahueta Celestina muriese a manos de los criados de Calisto, Pármeno y Sempronio, que a su vez fueron degollados; Calisto murió despeñado y Melibea "quiso tomar la misma muerte por seguirle". Eso es lo que provocan los excesos de amor. "Dulce nombre te dieron, se queja Pleberio, amargos hechos hazes."
Nota. La foto la tomé, en los últimos días del año 2013, en la Plaza Mayor de Cáceres.