- El deterioro es una consecuencia inevitable del transcurrir de los años y hay que asumirlo porque forma parte del vivir, salvo que queramos desnaturalizar esto que llamamos vida.
- Desde luego, claro que es necesario aceptarlo y yo lo acepto, pero lo que me aterra es ver en los que te preceden, sobre todo en los padres, sus efectos demoledores.
- Entonces no hay más remedio que asumir que la muerte es el colofón final de todo.
Nota. Inauguro hoy esta nueva sección, o subgénero, al que doy el nombre de dialogismos. Esto es lo que al respecto de este término escribe Demetrio Estébanez Calderón: “Figura retórica consistente en la enunciación, por parte del hablante, de un pensamiento o reflexión interior expuestos en forma de diálogo consigo mismo (...) Los términos dialogismos y polifonía han sido utilizados por M. Batjin en sus estudios sobre Rabelais y Dostoievsky, para aludir a la mezcla de voces y diversos tipos socioculturales de discurso que conviven y se interfieren en una obra literaria. Los fenómenos de desdoblamiento, convergencia o diferencias entre las voces del autor, narradores y personajes presentes en un relato confieren ese carácter polifónico y dialógico al texto literario que, como hecho de lengua, constituye una opinión pluridiscursiva sobre el mundo (M. Batjin, 1978)". ESTÉBANEZ CALDERÓN, Demetrio, Diccionario de términos literarios, Col. Alianza Diccionarios, Alianza Editorial, Madrid, 1996, 1134 pp. ISBN 84-206-5251-2. Cita de las págs. 284-285.
4 comentarios:
Javier me encantan los dialogismos.
Son un acierto genético.
Magnífica entrada, y muy acertado y original el título de la etiqueta; me haré asiduo de todas las entregas. El tema que tratas hoy lo esquivan muchas personas, pero yo soy partidario de reflexionar sobre él de vez en cuando, siempre que esto no nos cause agobio.
Un abrazo.
Gracias a los dos por vuestros comentarios. Las vuestras sí que son magníficas entradas que generan comentarios y más comentarios, a veces también los míos.
Un abrazo, Javier.
"Le tengo miedo a dos cosas: a no poderme valer por mí mismo y al dolor".
Mi abuelo cumple a primeros de agosto 93 años. Ya no se vale por sí mismo, y aunque padece infinitos achaques, tiene la suerte de no sufrir enfermedad alguna. Vive postrado en la cama sin apenas salir de ella. La mayor parte del día se la pasa ensimismado en sus recuerdos. Cuando recibe nuestra visita, se ensimisma igual pero lo hace en voz alta. La vejez extrema la sobrelleva como puede...
Otro abrazo
Publicar un comentario