lunes, 5 de abril de 2010

La dignidad y la decencia: Ojos que no ven, de J.Á. González Sainz



Termino de leer esta estremecedora novela y busco algunas palabras que la puedan definir y doy con las que dejo en el título de la entrada, y me parece que son las que mejor la definen, porque eso es, creo, Ojos que no ven: una defensa enconada y melancólica de la dignidad y la decencia. Pero también, pienso, podría haber utilizado otras, la soledad y el enraizamiento en la tierra, el silencio, el equilibrio inestable entre lo que anda por nuestros adentros y lo que vemos fuera de nosotros, el intento de captar las palabras esenciales; quizá también hubiera podido decir que la novela es una crítica descarnada contra el fanatismo simplista y la intolerancia, al tiempo que se convierte en una búsqueda dolorosa de la memoria del pasado.

La dignidad y la decencia son las del personaje protagonista de esta hermosa novela corta: Felipe Díaz Carrión; también, aunque con perfiles más desdibujados, las de su segundo hijo, igualmente llamado Felipe. El fanatismo simplista y la intolerancia son los de su mujer, Asun y el de su primer hijo, Juan José. El territorio de la intolerancia es Euskadi, a donde se ve forzado a emigrar nuestro personaje. El paisaje del dolor es demasiado conocido: secuestros en condiciones bestiales, asesinatos, tiros en la nuca, coches bomba y un largo etcétera demasiado cotidiano durante demasiados años lamentablemente. La familia rota, la dignidad destrozada, pero también la lucha de Felipe por mantener su dignidad contra viento y marea.

Después la soledad y el buceo en las pantanosas aguas del pasado. También ese es un paisaje demasiado conocido. La violencia en las primeras semanas de la guerra civil. El recuerdo doloroso y el silencio del personaje. Dolor sobre dolor. Se impone el silencio. Enraizarse en la tierra. Buscar en los adentros, despacio, con la suficiente calma para llegar a las fuentes del dolor.

Extraordinaria novela cuya lectura no te deja indemne. Valiente novela. Necesaria novela. Literatura en el más puro sentido de la palabra. Poderoso estilo el del autor. Palabras contra el olvido, contra la extrañeza que nos produce a veces la realidad, palabras simples para saber lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer, palabras para saber que hay límites que nunca nadie debería haber traspasado jamás.


3 comentarios:

Joselu dijo...

El tema vasco con su extraordinaria complejidad en que sobresale la capacidad de resistencia de algunos que se enfrentan al terror en nombre de la Patria -que autoriza, que justifica, que bendice todo por abyecto que sea- ha sido un foco de mi atracción en los últimos cuarenta años. Condené el asesinato de Carrero en una revista juvenil en que escribía en 1973. Fue una muerte inútil. Estaríamos exactamente en el mismo sitio que ahora aunque hubiera vivido Carrero. Y así las más de ochocientas víctimas asesinadas por el terrorismo y los miles de heridos y damnificados. Todo en nombre de un ensueño patriótico. Toda resistencia frente a él me resulta estimulante, más si además es buena literatura. Me lo compraré. Gracias por la sugerencia.

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

Fuiste valiente, Joselu, porque lo de 1973 era nadar contracorriente. A la vista de lo que vino después, tenías toda la razón. "Ojos que no ven" es un extraordinaria novela, no te arrepentirás si la lees.
Gracias, como siempre, por tu comentario.
Un abrazo, Javier.

Olga Bernad dijo...

Me la apunto.
Gracias.