En 1975, en Ediciones Turner, Edward Malefakis reunió una serie de discursos del político socialista pronunciados entre 1918, en Bilbao, y 1942, en México, bajo el título de Discursos fundamentales. En uno de los más célebres, el pronunciado en Cuenca el primero de mayo de 1936, editado con el título de "La conquista interior de España", entre otras muchas ideas interesantes, don Inda, como le llamaban castizamente sus correligionarios, nos deja una defensa de España que no deberían echar en saco roto los actuales dirigentes socialistas.
Esa defensa, con todo, tiene sus límites y sus matices, muy importantes, pues recogen otra idea fundamental del pensamiento político de Prieto, idea que ya expuso en su conferencia dictada en la Sociedad El Sitio de Bilbao, en marzo de 1921 y que se recoge en el libro bajo el título de "La libertad, base esencial del socialismo"; dice Prieto que "la idea de libertad es superior a la idea de patria; la idea de libertad es superior a la idea de socialismo".
Ahora, en esta época en la que parece que algunos quieren hacer tabla rasa del pasado, es bueno volver a leer textos como este en los que el patriotismo, íntimamente sentido, no enmascara la necesaria preponderancia de las ideas de justicia y libertad; con estas palabras se dirigió Prieto al numerosísimo auditorio que lo escuchaba en aquel mes de mayo de 1936:
Se nos acusa, a quienes constituimos el Frente Popular, de que personificamos la antipatria, de que odiamos todo lo español, o se nos dice que, si no lo odiamos, tenemos para lo español, por estar embebidos en ideales de tipo universal, desdén y desprecio.
Yo os digo que no es cierto. A medida que la vida pasa por mí, yo, aunque internacionalista, me siento cada vez más profundamente español. Siento a España dentro de mi corazón, y la llevo hasta en el tuétano mismo de mis huesos. Todas mis luchas, todos mis entusiasmos, todas mis energías, derrochadas con prodigalidad que quebrantó mi salud, los he consagrado a España. No pongo por encima de ese amor a la patria, sino otro más sagrado: el de la justicia.
No estaría con España si España cometiera, en el orden internacional, una villana injusticia.Si la injusticia fuera patente para mí, de la misma manera que se sacrifica el afecto a un ser querido, sacrificaría yo también mi devoción a España ante el deber imperioso de rendirme a la justicia, cuyo sentimiento ha invadido siempre mi alma desde que tengo uso de razón.
1 comentario:
Con tu permiso lo voy a compartir esta interesante entrada.
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