Aunque lo sustantivo está básicamente dicho, estudiado, publicado, reconocido y bien analizado, situado adecuadamente en su contexto, todavía es posible hoy, entrando en la segunda década del siglo XXI, descubrir aspectos nuevos de la literatura española que siguió al final de la Guerra Civil en 1939. Es el caso que, con la publicación del libro de cuentos aún inédito en España de Álvaro Fernández Suárez Se abre una puerta..., Fernando Valls da nombre a una nueva tendencia de la narrativa de esos años; así, frente a lo que Sobejano denominó “realismo existencial”, tendencia en la que se sitúa, entre otras obras, Nada de Carmen Laforet, Valls propone llamar “fábulas existenciales” a las narraciones que recurren al género fantástico para denunciar igualmente la soledad y el desamparo del ser humano perdido en una sociedad que intentaba renacer de sus cenizas tras el cataclismo de la Segunda Guerra Mundial. Leyendo el libro de Fernández Suárez, sobre todo después de haber leído La ciénaga inútil, su otro libro de cuentos, se tiene la impresión de la que la propuesta de Fernando Valls es del todo certera y merecedora de ser tenida en cuenta de ahora en adelante al estudiar la literatura de esos años.
Fue a Ignacio Soldevila a quien primero escuché hablar de la obra literaria de Fernández Suárez, autor del llamado exilio republicano, en un congreso en la Universidad Autónoma de Bellaterra, en el que también habló de sus cuentos Fernando Valls. Después, Soldevila editó, con un prólogo suyo, la novela Hermano perro (Edicios do Castro, La Coruña, 2006). Ahora se publica, en edición de Fernando Valls, este Se abre una puerta..., (KRK Ediciones, Oviedo, 2009). Por mi parte, edité uno de los cuentos, el que da título al libro, “La ciénaga inútil”, en Sólo una larga espera. Cuentos del exilio republicano español.
El libro del que hablo se editó por primera vez en 1953 y como he dicho ya, aún estaba inédito en España. Se trata de un conjunto de seis cuentos dividido en dos secciones “Celestiales” e “Infernales”; los dos cuentos que abren ambas secciones, por su desarrollo y extensión, son más bien novelas breves: “La misteriosa ciudad de Aurora” y “La confesión del padre O’Leary”, magnífico este último. Sin embargo, de la primera parte a mí el cuento que más me ha gustado ha sido “Naufragio en las playas del cielo”, en el cual un anacoreta, llamado Eufrasio, sueña que llega al Cielo y dialoga con Dios. No reproduciré ningún fragmento de ese diálogo, que se encuentra en las páginas 205-210, pero invito a quien lea esta nota a disfrutarlo, a medir el verdadero alcance de la reflexión del autor. Tampoco tiene desperdicio el encuentro de Eufrasio con Satanás en el relato “Los abismos”. Es este conjunto de cuentos una profunda reflexión sobre los límites y el sentido de la existencia, sobre Dios, sobre la frontera entre la realidad y el sueño, sobre la inanidad y la grandeza de la vida, reflexión que se expresa en una prosa límpida, clásica, con una sintaxis compleja y precisa y un léxico admirable, con una enorme, en fin, sabiduría literaria. Digno de leerse. Un verdadero acierto, y no lo digo solo por la estupenda y cuidada edición de KRK en la colección “Tras 3 Letras”, que ya conocía por La filosofía en invierno, de Menéndez Salmón, sino por la calidad literaria de los cuentos de Fernández Suárez y por qué no decirlo, por la reparación histórico-literaria que esta edición supone. Me alegra dedicarle la primera entrada de 2010.
Fue a Ignacio Soldevila a quien primero escuché hablar de la obra literaria de Fernández Suárez, autor del llamado exilio republicano, en un congreso en la Universidad Autónoma de Bellaterra, en el que también habló de sus cuentos Fernando Valls. Después, Soldevila editó, con un prólogo suyo, la novela Hermano perro (Edicios do Castro, La Coruña, 2006). Ahora se publica, en edición de Fernando Valls, este Se abre una puerta..., (KRK Ediciones, Oviedo, 2009). Por mi parte, edité uno de los cuentos, el que da título al libro, “La ciénaga inútil”, en Sólo una larga espera. Cuentos del exilio republicano español.
El libro del que hablo se editó por primera vez en 1953 y como he dicho ya, aún estaba inédito en España. Se trata de un conjunto de seis cuentos dividido en dos secciones “Celestiales” e “Infernales”; los dos cuentos que abren ambas secciones, por su desarrollo y extensión, son más bien novelas breves: “La misteriosa ciudad de Aurora” y “La confesión del padre O’Leary”, magnífico este último. Sin embargo, de la primera parte a mí el cuento que más me ha gustado ha sido “Naufragio en las playas del cielo”, en el cual un anacoreta, llamado Eufrasio, sueña que llega al Cielo y dialoga con Dios. No reproduciré ningún fragmento de ese diálogo, que se encuentra en las páginas 205-210, pero invito a quien lea esta nota a disfrutarlo, a medir el verdadero alcance de la reflexión del autor. Tampoco tiene desperdicio el encuentro de Eufrasio con Satanás en el relato “Los abismos”. Es este conjunto de cuentos una profunda reflexión sobre los límites y el sentido de la existencia, sobre Dios, sobre la frontera entre la realidad y el sueño, sobre la inanidad y la grandeza de la vida, reflexión que se expresa en una prosa límpida, clásica, con una sintaxis compleja y precisa y un léxico admirable, con una enorme, en fin, sabiduría literaria. Digno de leerse. Un verdadero acierto, y no lo digo solo por la estupenda y cuidada edición de KRK en la colección “Tras 3 Letras”, que ya conocía por La filosofía en invierno, de Menéndez Salmón, sino por la calidad literaria de los cuentos de Fernández Suárez y por qué no decirlo, por la reparación histórico-literaria que esta edición supone. Me alegra dedicarle la primera entrada de 2010.
6 comentarios:
Una noticia excelente, Javier, gracias por hacerlo público. Salud, siempre.
Gracias, Tomás; ahora, para que la fiesta sea completa habría que editar "La ciénaga inútil", que lo publicó Aguilar en 1968 y desde entonces no se ha vuelto a reeditar y mucho me temo que pasó, en su tiempo, sin pena ni gloria.
Un abrazo y feliz (dentro de lo que cabe) año, Javier.
Querido Javier,
de tantas veces que me paso por aqui y a la par esas mismas veces que nunca te he escrito nada, al fin he decidido hacerlo.
Me declaro fan de tu blog, al leerlo me vienen a la memoria tu voz y tus gestos.
La verdad es que se echan de menos profesores como tu en la universidad, algunos han perdido la passión por explicar y tan solo estan ahi para cobrar su buen salario, eso es algo que ya sabes de sobras pero que a mi me incomoda y es por esa razón por la cual te escribo.
Gracias por enseñarme a querer la Literatura (aún leo entre horas de estudio a los grandes y a los no tan grandes) y sobretodo gracias por enseñarme a ser mejor persona.
PD: aprovecho para desearte un feliz 2010!
Francesc Sòria Piñol.
Tomo nota del libro de Fernández Suárez Se abre una puerta que me has hecho desear leer por lo sugerente de tus palabras. Me atrae esa época de la posguerra de planteamientos existenciales tanto en narrativa, teatro y poesía. Pienso que no se le ha dedicado suficiente atención fuera de las obras ya conocidas, y sería bueno que se profundizara más en ella rastreando nuevos autores y planteamientos. Me siento a gusto leyéndote y aprendiendo cosas nuevas. Sin duda eres un buen profesor.
Gracias, Joselu, por tu comentario. El panorama de los cuentos de esos años en el exilio es bastante diferente de lo que se escribía en el interior y por ello, tanto en el estilo como en los temas, este libro tiene un inconfundible sello personal que lo hace diferente de cuanto se publicaba entonces en España. De ahí el acierto de Fernando Valls al recuperarlo, aunque sea tantos años después.
Querido Francesc, gracias por animarte a dejar un comentario en estas paginas que, por lo que me dices, comparto contigo. Tuve la suerte y el privilegio de que pudiéramos compartir, al margen de lo estrictamente académico, el gusto por la literatura, así, mientras los programas nos permitían disfrutar en clase con Unamuno, Machado o Mihura, los otros momentos me permitían recomendarte "Desgracia" de Coetzee o "El asombroso viaje de Pomponio Flato" de Mendoza o charlar sobre la literatura del universo concentracionario nazi. El privilegio fue mío por darme, como me disteis, la oportunidad de aprender de vosotros, tan jóvenes, tan lejanos y a la vez tan cercanos a mí.
Un fuerte abrazo, Javier.
Muchas gracias, Javier, por la pequeña parte que me toca.
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