Mi amigo Javier Pérez Escohotado visita mi blog y deja un comentario en la entrada que dediqué a Gil de Biedma y a la película biográfica que aún está en la cartelera. Lo rescato de donde él me lo dejó y lo traigo a esta entrada para realzarlo como se debe. Javier es escritor, poeta y ensayista, de ya largo recorrido; profesor universitario en la Pompeu Fabra y actualmente en la Secundaria, ha sido, es y será estudioso de casi todo lo que tenga que ver con la letra impresa. Como poeta ha publicado dos poemarios: Laura llueve (2000) y Papel Japón (2002); como ensayista: Antonio de Medrano, alumbrado epicúreo. Proceso inquisitorial (Toledo, 1530), con prólogo de Ricardo García Cárcel (2003) y Crítica de la razón gastronómica (2007), entre otros. Como estudioso de la poesía de Gil de Biedma publicó en Poemas memorables. Antología consultada y comentada (1939-1999) (Castalia, 1999) un soberbio comentario a uno de los mejores poemas de Jaime Gil “Pandémica y Celeste”. También ha sido editor del poeta en el libro Conversaciones (El Aleph, 2002). Javier, pues, cuando habla de Gil de Biedma no lo hace a humo de pajas y no es merecedor, en absoluto, a pesar de su actitud crítica hacia el libro que sirve de base a la película, me refiero a la biografía de Miguel Dalmau, de los agrios comentarios hacia su persona que el biógrafo va esparciendo por ahí a la ligera. Nada hay peor que alguien que publica y no es capaz de asumir la crítica. Este es el texto que Javier me dejó como comentario en la mencionada entrada:
El cónsul de Sodoma o de tal palo, tal astilla.
Como editor de Jaime Gil de Biedma, Conversaciones, y autor de alguna crítica a la biografía de Gil de Biedma publicada por M. Dalmau -crítica que los lectores pueden encontrar en el núm. 86 de Letra Internacional-, me permito colaborar en la polémica, llamando la atención del Jurado que entregará los Goya sobre una de las nominaciones: la del Goya al mejor guión adaptado de El cónsul de Sodoma. Si el guión ha sido adaptado de la citada biografía, el resultado ha sido necesariamente el esperado: un fiasco.La biografía de Dalmau está ordenada como un tríptico a partir de una manipulación chapucera de varios cuadros de Bacon. El primer panel del tríptico aborda la historia familiar y personal del poeta en 75 páginas, para las que no ha necesitado consultar ni un solo libro de historia. Y el segundo repasa, con jugosos errores de interpretación, la obra de Gil de Biedma en 125 páginas. Ambos paneles se cierran en 1985. El tercer panel relata con naturalismo clínico, y en clave rosa, la vida sexual del poeta, que ocupa las 255 páginas restantes hasta 1990. El tríptico no parece estar bien compensado. En realidad, las dos primeras partes no son más que un aperitivo mal descongelado antes de atacar el chuletón casi crudo de la enérgica y atareada sexualidad del poeta, que ya no escandaliza ni a los niños de la doctrina. La bibliografía “básica” de la obra, limosna a la puerta de una iglesia, no puede ocultar el feo vicio del autor de no mencionar las fuentes y, lo que es peor, apropiarse indebidamente de ellas. Por ejemplo, de Shirley Mangini, a la que utiliza sin escrúpulo, o sea, sin las obligadas comillas, que son las que indican el propietario del texto. Y no cabe aquí la eximente de intertextualidad, que consiste, según Bajtin, en un diálogo textual y no en una mera copia.
Nota. Un torpe e inapropiado comentario anónimo, dejado en la entrada "Mi padre", me ha obligado a instalar la moderación en los comentarios. Os pido disculpas a los que entráis aquí habitualmente, pero los que aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid para malbaratar palabras en bitácoras ajenas me obligan a ello. Gracias.
2 comentarios:
¡Menudos anónimos!
Un abrazo.
Gracias, Javier, como siempre por tu comentario. Sigo sin entender el porqué de los anónimos. Si una entrada de cualquier blog te interesa y quieres dejar un comentario sobre ella, hazlo a cara descubierta, con tu nombre y apellidos, sin ampararte en el anonimato, tanto si el comentario es a favor o en contra del contenido de dicha entrada.
Un abrazo, Javier.
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