Ayer falleció Rafael Sánchez Ferlosio y hoy quiero traer aquí, como homenaje de agradecimiento a lo mucho que ha aportado a la lengua y a la literatura escrita en castellano, algunos de los pecios reunidos en el libro cuya portada ilustra esta entrada. A pesar de la advertencia que Ferlosio hace en el prólogo sobre los textos breves y lo mucho que se prestan a "ese fraude de la profundidad, fetiche de los necios", creo que los pecios constituyen una buena muestra de su sabio quehacer literario; me uno desde estas páginas volanderas al dolor de su familia; descanse, maestro, en paz.
[1] (Alonsanfán) La verdad de la patria la cantan los himnos: todos son canciones de guerra.
[2] (Honda raigambre) ¿De verdad que tiene usted raíces? ¿Y qué se siente? ¿No es desagradable?
[3] (Hoy sí que) La política es una actividad cuyo ejercicio consiste en volver a empezar de nuevo cada día.
[4] (Libertad de movimientos) Suelo decir que no sé lo que es la libertad, pero como en muchas otras cosas el argumento más sólido que tengo no es más que una alegoría: la de las cuerdas de la marioneta: cuantas más, más libertad.
[5] (Alma de siervo) Tan despiadadamente autoritario debía de ser el ángel o el demonio que me veló en la cuna, que nunca me ha dictado más que un único, omnímodo y vacío mandamiento: "Obedece". Jamás he sido libre; toda la vida he estado obedeciendo con la paciente desgana de un burócrata pasmado, y encima siempre sin saber a qué.
[6] (El Alagón) Encuentro finalmente un tramo del río donde digo de pronto: "Esto es todavía exactamente como era en mi niñez", y acto seguido, sin pensarlo, añado con pasión: "Y, por lo tanto, como tendría que haber seguido siendo y seguir siendo, para siempre, todo".
[6] (El Alagón) Encuentro finalmente un tramo del río donde digo de pronto: "Esto es todavía exactamente como era en mi niñez", y acto seguido, sin pensarlo, añado con pasión: "Y, por lo tanto, como tendría que haber seguido siendo y seguir siendo, para siempre, todo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario