jueves, 31 de diciembre de 2015

¡Feliz 2016!


Con esta imagen de la iglesia de Valverde del Fresno, entrañable lugar al que me siento muy ligado, quiero desear a todos los que os asomáis a estas páginas volanderas de literatura y vida que acaban de cumplir siete años, felicidad, bienestar y alegría en el año nuevo que está a punto de comenzar.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Un lago de clara mansedumbre: ¡Feliz Navidad!


Con este fragmento del poema de Leopoldo Panero "El templo vacío", perteneciente al libro Escrito a cada instante (1949), quiero felicitar, un año más, la Navidad a quienes pasáis por aquí con alguna frecuencia y a los que no lo hacéis, también. 

EL TEMPLO VACÍO (fragmento)

Soy el huésped del tiempo; soy, Señor, caminante
que se borra en el bosque y en la sombra tropieza,
tapado por la nieve lenta de cada instante,
mientras busco el camino que no acaba ni empieza.

Soy el hombre desnudo. Soy el que nada tiene.
Soy siempre el arrojado del propio paraíso.
Soy el que tiene frío de sí mismo. El que viene
cargado con el peso de todo lo que quiso.

Lo mejor de mi vida es el dolor. ¡Oh lumbre
seca de la materia! ¡Oh racimo estrujado!
Haz de mi pecho un lago de clara mansedumbre.
¡Señor, Señor! Desata mi cuerpo maniatado.

Nota. Cito el poema de Memoria del corazón (Antología poética), selección y prólogo de José Cereijo, Editorial Renacimiento, Sevilla, 2009, cita de las páginas 82-83. La ilustración de la entrada es una reproducción de "La Sagrada Familia" de El Greco, cuadro pintado entre 1586 y 1588. Está en el Museo de Santa Cruz, de Toledo. 

domingo, 20 de diciembre de 2015

Tanka de lo eterno


TANKA DE LO ETERNO

Vasto silencio
el viento en los olivos
gime y suspira
mi corazón se asombra
trémulo ante lo eterno.

Nota. Los olivos pertenecen a los campos que rodean San Martín de Trevejo, en Sierra de Gata. Tomé la foto en diciembre de 2013.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Pérez Galdós: "...por indecente"


Leyendo la novela Tormento, de don Benito Pérez Galdós, me doy de bruces con el adjetivo de la polémica y de la discordia. La familia Bringas se ha cambiado de domicilio al inicio de la novela y nos encontramos a don Francisco decorando una de las paredes de la sala con ciertas dudas acerca de dónde colgar los cuadros; esta es la escena:

A pesar de la superioridad del criterio decorativo de Bringas, este no se fiaba de sí mismo, y quería consultar con su mujer peliagudos problemas.
   - Rosalía..., ven acá, hija... A ver dónde te parece que coloque estos cuadros. Creo que el Cristo de la Caña debe ir al centro.
   - Poco a poco: al centro va el retrato de Su Majestad...
   - Es verdad. Vamos a ello.
   - Se me figura que Su Majestad está muy caída. levántala un poquito, un par de dedos.
    - ¿Así?
    - Bien.
    - ¿En dónde pongo a O'Donnell?
    - A ese le pondría yo en otra parte... por indecente.
    - ¡Mujer...!

Como puede advertirse, Rosalía, la mujer de Bringas, da prioridad al retrato de "Su Majestad", esto es, Isabel II, frente a la imagen de Jesús durante la Pasión. No debe pasarse por alto la ironía, o si se quiere la anfibología, de la oración "Su Majestad está muy caída", sobre todo si se tiene en cuenta la inminencia de la revolución de 1868, la que en tiempo de Galdós se llamaba "La Gloriosa". Pero hay que detenerse en por qué llama la de Bringas "indecente" al general Leopoldo O'Donnell. Mejor, en vez de explicarlo yo mismo, que reproduzca la nota a pie de página de la edición de Vicens Vives preparada por Teresa Barjau y Joaquim Parellada que ya fue motivo de una entrada anterior en este blog; dice así:

El general Leopoldo O'Donnell, líder de la Unión Liberal, fue uno de los dos jefes de gobierno que se alternaron en el poder durante el reinado de Isabel II. Al calificarlo de indecente, Rosalía repite la opinión de la reina Isabel II y de su camarilla, con quienes tanto se identifica. O'Donnell perdió el favor real en julio de 1866 tras dirigir la represión de la insurrección popular que siguió al motín de San Gil. Pese a que el general mostró una gran dureza con los rebeldes, Isabel II juzgó que la represión había sido insuficiente, así que apartó a O'Donnell del gobierno. El general murió al año siguiente, el 5 de noviembre, pocos días antes de que los Bringas se mudaran a la Costanilla de los Ángeles.

Sin comentarios. 

Nota. Ya se ve que el uso del adjetivo de la discordia tiene antecedentes regios y literarios ilustres. Si en el caso que nos ocupa fue la reina quién juzgó y decidió, que sean ahora los ciudadanos quienes lo hagan con su voto. Al hilo de la definición que da el diccionario de la RAE, acepción 4, del adjetivo decente -"digno, que obra dignamente"-, me pregunto si recortar a más de la mitad la ayuda a los dependientes es un acto decente, y por consiguiente digno, o más bien un acto al que habría que poner el prefijo negativo "in-" a los adjetivos de marras para calificarlo. Que juzgue cada cual. Me gustaría recordar, finalmente, la figura del expresident Pujol, asomado al balcón del Palau de la Generalitat, sede del gobierno autonómico, en la Plaza de Sant Jaume" de Barcelona, vociferando, al calor del caso Banca Catalana, la histórica frase: "el govern ha fet una jugada indigne" ["el gobierno (socialista) ha hecho una jugada indigna" (indecente)]; no sé si con lo que ha ocurrido recientemente, esta rotunda afirmación del expresident se sostiene; en cualquier caso, nadie se rasgó las vestiduras entonces.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Ediciones

 
 
Max Aub: Enero sin nombre. Los relatos completos del Laberinto mágico.
Presentación de Francisco Ayala. Selección y prólogo de Javier Quiñones. Col. Alba Literaria nº 8. Editorial Alba, Barcelona, 1995, 499 pp.
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Max Aub: Aforismos en el laberinto
Prólogo de José Antonio Marina. Edición, introducción y selección de Javier Quiñones.
Col. Aforismos nº 30, Editorial EDHASA, Barcelona 2003, 181 pp.
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Varios autores: Solo una larga espera. Cuentos del exilio republicano español.
Edición, selección y prólogo de Javier Quiñones. Col. Reloj de arena nº 15, Editorial Menoscuarto, Palencia, 2006, 324  pp.
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Max Aub: Todo es vida. Elogios y alabanzas.
Edición, selección y prólogo de Javier Quiñones. Fundación Max Aub, Segorbe, Castellón, 2009, 84 pp.
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viernes, 11 de diciembre de 2015

Fátima Mernissi: aforismos

 


[1] No hay que admitir nunca la superioridad masculina, porque es absurda y absolutamente antimusulmana: Alá nos hizo a todos iguales.

[2] Hay que aprender a gritar y a protestar, del mismo modo que se aprende a caminar y a hablar. Llorar cuando te ofenden es como pedir más.

[3] ¿Somos musulmanas o no? Si lo somos, todo el mundo es igual. Alá así lo dijo. Y lo mismo predicó Su profeta. Nunca hay que aceptar la desigualdad, porque no es lógica.

[4] Todos los seres humanos son iguales, sin que importe el dinero que tengan, su origen, el lugar que ocupen en la jerarquía, ni cuáles sean su idioma y su religión. Si se tienen dos ojos, una nariz, dos piernas y dos manos, entonces uno es igual que todos los demás. 

[5] Cuando vas a emprender una aventura, no tienes que considerar el principio sino el final. Así que cuando te entren deseos de volar, piensa cómo y dónde acabarás.

[6] Una persona es feliz cuando se siente bien, alegre, creadora, satisfecha, amorosa, amada y libre. Una persona infeliz tiene la sensación de que existen barreras que aplastan los deseos y talentos que posee.

[7] Los sueños pueden cambiar la vida y, a la larga, el mundo.

[8] La peor de las prisiones es la que uno mismo se crea.

[9] Las vidas de las feministas parecían tratar todas de luchas y matrimonios desgraciados, nunca de momentos felices, noches maravillosas o lo que fuera que les diese fuerza para seguir adelante. Si alguna vez dirigía alguna batalla por la liberación de la mujer, no olvidaría la sensualidad. ¿Para qué rebelarse y cambiar el mundo si no puedes conseguir lo que le falta a tu vida? Y lo que le falta más claramente a nuestras vidas es amor y lujuria. ¿Por qué organizar una revolución si el nuevo mundo va a ser un desierto emocional?

[10] Es cierto que si no posees el poder, un simple sueño no transforma el mundo ni hace desaparecer los muros, pero te ayuda a conservar la dignidad.

Nota. Hace unos días falleció Fátima Mernissi. Sueños en el umbral, libro editado por Muchnik Editores en marzo de 1995, en traducción del inglés de Ángela Pérez, es una de las memorias de infancia más hermosas que he leído y desde luego, ni por su estilo ni por su contenido, el libro dejará indiferente al lector que se acerque a él. En este tiempo en que la tolerancia, pero también la lucidez, la claridad de ideas y la valentía, son tan necesarias, dejo aquí como homenaje  a la mujer y a la escritora estos aforismos intratextuales, todos ellos pertenecientes al libro mencionado. Me uno al dolor de sus familiares y amigos. Descanse en paz.

martes, 1 de diciembre de 2015

El bien y la bondad


A Leonardo, con el paso de los años, parece que se le acaban los calificativos para condenar la violencia. Ya no sabe qué decirles a sus jóvenes alumnos ante la abrumadora presencia del mal, del sinsentido del mal, que solo engendra violencia y más violencia. Es como si las palabras utilizadas tantas veces para condenarla hubieran perdido ya su sentido, su fuerza, como si no sirvieran para nada. Pero escarba en sus libros, lee, relee y busca textos que afirmen y justifiquen que el bien existe y la bondad también, que no todo está perdido, que somos capaces de lo peor, pero también de lo mejor. De modo que aquella mañana de otoño, cuando aún estaba vivo el rescoldo del dolor por la muerte de tantos seres inocentes, puso en su cartera un libro voluminoso, Vida y destino, del escritor ruso Vasili Grossman, y se dirigió a clase como cada lunes. Al empezar, sus alumnos esperaban con los ojos velados aún por el sueño, sus palabras sobre lo ocurrido aquel fin de semana. Leonardo, sin previo aviso, sacó el libro de su cartera y se dispuso a leer:

El bien no está en la naturaleza, tampoco en los sermones de los maestros religiosos ni de los profetas, no está en las doctrinas de los grandes sociólogos y líderes populares, no está en la ética de los filósofos. Son las personas corrientes las que llevan en sus corazones el amor por todo cuanto vive; aman y cuidan de la vida de modo natural y espontáneo. Al final del día prefieren el calor del hogar a encender hogueras en las plazas.

Así, además de ese bien grande y amenazador, existe también la bondad cotidiana de los hombres. Es la bondad de una viejecita que lleva un mendrugo de pan a un prisionero, la bondad del soldado que da de beber de su cantimplora al enemigo herido, la bondad de los jóvenes que se apiadan de los ancianos, la bondad del campesino que oculta en el pajar a un viejo judío. Es la bondad del guardia de una prisión que, poniendo en peligro su propia libertad, entrega las cartas de prisioneros y reclusos, con cuyas ideas no congenia, a sus madres y mujeres.

Es la bondad particular de un individuo hacia otro, es una bondad sin testigos, pequeña, sin ideología. Podríamos denominarla bondad sin sentido. La bondad de los hombres al margen del bien religioso y social.

"Lo que cuenta, pues -dice Leonardo-, lo único que se me ocurre recomendarles, es que hagan el bien -recuerden que para Sócrates el bien es un estado del alma-, por pequeño que sea su alcance, hagan el bien, cada uno en lo suyo y eviten el mal, que nos ahoga y nos desborda, que nos deja el corazón frío, como las estrellas que tiritan en el cielo en una noche de invierno; recuerden también que Vida y destino, una gran novela, se centra en la batalla de Stalingrado, la más sangrienta y dura de las acaecidas durante la Segunda Guerra Mundial, en la que la mortandad fue altísima, no lo olviden."

Nota. Cité el libro de Grossman,  Vida y destino, en marzo de 2009, en otra entrada que ahora enlazo para quien esté interesado. La fotografía está tomada en la Capella de la Escola Industrial de Barcelona.