jueves, 23 de abril de 2009

Veinte aforismos literarios y una sentencia descarnada



[1] No tiene sentido la obra literaria que no defienda, contra viento y marea, la libertad de conciencia.

[2] La literatura será siempre una indagación en la memoria, una despiadada lucha contra el poder devastador del olvido.

[3] ¿La novela española? Cervantes, Galdós y Baroja.

[4] Volver una y otra vez sobre lo escrito, pulirlo, despojarlo de la maleza, desnudarlo en su esencia.

[5] Es razonable aspirar a la novela total, la que integra todos los géneros: poesía, diálogo dramático, narración, ensayo.

[6] Hay a quien le preocupa saber qué tipo de escritor es, yo me conformo con saberme escritor.

[7] ¿La vida literaria? para otros, a mí me basta con la vida.

[8] Los grandes autores, los que abrieron caminos ilimitados a la narrativa durante el siglo XX, fueron los que se decidieron a innovar, al margen de modas y de gustos literarios, a escribir según los dictados de su ética y de su estética personal: Proust, Kafka y Joyce.



[9] La obra literaria debe ser valorada en sí misma, al margen del autor que la creó.

[10] La literatura nace siempre de la soledad.

[11] Del yo al nosotros: la literatura debe tratar de cerrar el círculo de la comunicación.

[12] ¿El teatro español del siglo XX? Luces de bohemia, a lo lejos, García Lorca.

[13] Buscar denodadamente el estilo propio, que te individualice, que te distinga, que sea tu sello personal.

[14] Se equivocó Luis Goytisolo: la novela no solo no ha muerto, sino que goza de excelente salud.

[15] La crítica literaria solvente, razonada, argumentada, basada en sólidos criterios éticos y estéticos, que juzga y valora las obras en sí mismas sin condicionamientos extraliterarios, es y será siempre conveniente y necesaria.



[16] Las urgencias en literatura son poco recomendables.

[17] La verdadera obra literaria, la que acierta, es la que es capaz de vencer al tiempo y de ser leída y disfrutada muchos años, siglos, después de haber sido escrita.

[18] Cada autor debe aspirar a dejar al menos un libro redondo, una obra totalmente lograda, como, por ejemplo, La voz a ti debida.

[19] Profesor y escritor, escritor y crítico literario, periodista y escritor, político y escritor, novelista, poeta, dramaturgo, ensayista: ¡cuántas denominaciones vanas en tu nombre, literatura!

[20] Las obras, sólo las obras, van construyendo al correr de los años eso que da en llamarse biografía literaria.

[Sentencia] De acuerdo con Gil de Biedma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra.


Nota. Las ilustraciones que acompañan esta entrada fueron tomadas por mi hija Marta en una lluviosa, nublada y fría tarde de febrero en los campos de olivares de L'Alt Empordà, tierra productora de un aceite de gran calidad.