viernes, 19 de febrero de 2010

Magritte: aforismos

El progreso es una idea descabellada.

No hay elección: no hay arte sin vida.

El Surrealismo es el conocimiento inmediato de lo real.

Ser surrealista es desterrar del pensamiento lo “ya visto” y buscar “lo todavía no visto”.

Todo en mis obras viene de la impresión de certeza de que formamos parte, de hecho, de un universo enigmático.

El término “composición” supone una “descomposición” probable en forma de análisis, por ejemplo. En la medida en que mis cuadros son válidos, no se prestan al análisis.

La poesía escrita es invisible, la poesía pintada tiene una apariencia visible.

Lo entiendo así, ese momento de lucidez que ningún método puede hacer que aparezca.

Pinto el más allá, muerto o vivo. El más allá de mis ideas mediante imágenes.

La idea de progreso está unida a la creencia de que nos acercamos al bien absoluto, lo cual permite a mucho mal actual manifestarse.

La revolución es un reflejo del hombre vivo.

La libertad es la posibilidad de ser y no la obligación de ser.

Mi único deseo es enriquecerme con nuevos y estimulantes pensamientos.
Odio mi pasado y el de los demás. Odio la resignación, la paciencia, el heroísmo profesional y cualquier sensiblería forzosa. También odio las artes decorativas, el folklore, la publicidad, la voz de los locutores, el aerodinamismo, los boy scouts, el olor de la gasolina, la actualidad y la gente borracha. Me gustan el humor subversivo, las pecas, las rodillas, el pelo largo de mujer, las risas de los niños en libertad, una jovencita corriendo por la calle. Deseo el amor que vive, lo imposible y lo quimérico. Temo conocer mis límites con precisión.

Nota. Estos aforismos de René Magritte están escritos en las paredes de las salas que forman el museo que lleva su nombre en Bruselas y que se ha convertido en una referencia de visita obligada, como lo es el Van Gogh de Amsterdam, el de los impresionistas en París, el Dalí en Figueres, el Picasso, la Fundación Tàpies, o el Miró en Barcelona y tantos otros. El cuadro que ilustra esta entrada, cuyo título en inglés es “The Blank Page” (1967), es el último que pintó Magritte y puede verse en el museo de Bruselas. Representa el sosiego de un mundo en calma, nocturno, presidido por la luna y su simbolismo de mágica fatalidad adornada por una naturaleza muerta; el fondo azul nocturno y las casas en sombra con las ventanas iluminadas, en un efecto que recuerda el impresionante “El imperio de la luces” que también puede verse en el museo, confieren al cuadro ese efecto de calma, de tranquilidad, de soledad y de sosiego, tal y como al pintor, según declaró, le hubiese gustado que el mundo siguiera tras su tránsito. Los incluyo en una nueva sección de este blog a la que doy el nombre de "Aforismos ajenos". Las fotos están tomadas en el Musée Magritte de Bruselas. La del cuadro es una fotografía del tríptico publicitario del propio museo.

2 comentarios:

Gemma dijo...

Bravo por la nueva sección. Como sabes, me gustan mucho las frases célebres. A lo mejor, aprovecho tu selección alguna que otra vez para componer mis poemas malabares. ;-)

Me quedo esta vez con sus hermosas (y certeras) definiciones sobre el surrealismo.
Un abrazo

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

La verdad es que el museo de Magritte es una maravilla y estas son sólo algunas de las sentencias, de los aforismos, que en las paredes pueden leerse, eso sí, en francés.
A mí, además de los que señalas, me gusta especialmente este: "La libertad es la posibilidad de ser y no la obligación de ser."
Tenemos esa posibilidad, conviene no desperdiciarla.
Otra vez, un fuerte abrazo, Javier.
P.S. Las frases, cómo no, a tu disposición.