domingo, 9 de mayo de 2010

Antes de conocerte



Cuando se marchó el último de sus amigos, aunque se sentía algo turbado por los excesos de la cena, se encaminó al estudio y se sentó a la mesa de trabajo con el fin de tomar algunas notas. No dejaba de darle vueltas a lo que el más íntimo de sus conocidos le había dicho en tono confidencial: “Lo que necesitas es un título, así que para que dejes de lamentarte como un viejo achacoso, te regalaré uno que me salió al paso mientras leía una obra de teatro: Mi vida antes de conocerte; ahí está, todo tuyo, ya no tienes excusa, así que ponte a trabajar.”

Daba vueltas en su sillón giratorio mientras valoraba las posibilidades que le ofrecía el título propuesto. Encendió el ordenador, abrió una ventana nueva y empezó a teclear: “Mi vida antes de conocerte era menos que nada, adusto pedregal, desierto infame, una pompa de jabón sobre el vacío. Antes de conocerte no existía, sólo a tu lado conseguí ser este yo que fui y voy dejando poco a poco de ser, vencedor de humillaciones y aniquilador de sombras.” Sintió un cansancio repentino, le vencía el sueño, de modo que archivó lo escrito y apagó el ordenador. Se acostó. Durmió plácida y relajadamente, a pesar del hueco hiriente de su ausencia. En el sueño supo, con todo, que nada le había quedado por decir.

5 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Me ha gustado mucho. El relato tiene mucha fuerza. Un abrazo.

Joselu dijo...

Antes de conocerte mi vida también fue plena, atesoré momentos, viajes, aventuras, ascensiones a montañas, lecturas, años en el teatro... No empecé a vivir cuando te conocí, pero desde entonces prefiero el mundo contigo aunque todo lo que me dio sentido en alguna manera ha sido orillado y haya iniciado un viaje nuevo.

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

Gracias, Joselu y José Miguel, por vuestros comentarios.
Un abrazo, Javier.

Gemma dijo...

Antes de conocerte, la vida era tan otra que no me cabe decir lo que no era. Por ajena.

A mí también me gustó mucho.
Un abrazo

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

Gracias, Gemma, por tu comentario. La obra de teatro de la que procede el título que el personaje amablemente le cede al protagonista del relato procede de "Eloísa está debajo de un almendro", tal vez te suene, a lo mejor hasta te imaginas en qué edición pudo el anónimo personaje leer el texto...
Un abrazo, Javier.