jueves, 23 de septiembre de 2010

Como una linterna mágica sin luz


Releyendo Penas del joven Werther, en la traducción del ilustrado aragonés José Mor de Fuentes (1762-1848), autor del estupendo Bosquejillo de la vida y escritos, publicado en Barcelona en 1836 y reeditado con una introducción de Manuel Alvar en la Nueva Biblioteca de Autores Aragoneses, bajo la dirección literaria de José-Carlos Mainer, de Guara Editorial en 1981, me encuentro con estos aforismos intertextuales que dejo aquí y cuya calidad humana y literaria no necesita de ningún comentario:

[1] La raza humana es harto uniforme. La inmensa mayoría emplea casi todo su tiempo en trabajar para vivir, y la poca libertad que les queda les asusta tanto que hacen cuanto pueden por perderla. ¡Oh, destino del hombre!

[2] Toda regla asfixia los verdaderos sentimientos y destruye la verdadera expresión de la naturaleza.

[3] Basta con conocer lo que es bello y atreverse a expresarlo.

[4] Sin el amor, ¿qué sería el mundo para nuestro corazón? Lo que una linterna mágica sin luz.

[5] Nuestra felicidad depende de nuestro propio corazón.

[6] El que sigue los impulsos de una pasión pierde la facultad de reflexionar, y se le mira como a un ebrio o un demente.

[7] La naturaleza humana tiene sus límites; puede soportar, hasta cierto grado, la alegría, la pena, el dolor; si pasa más allá, sucumbe.

[8] Cuando el hombre no se encuentra a sí mismo, no encuentra nada.

[9] Las flores de la vida no son sino vanas apariencias. ¡Cuántas se marchitan sin dejar el más leve rastro!

[10] Yo no soy otra cosa que un viajero, un peregrino en el mundo.

[11] ¡Ay de mí! ¡Este vacío, este horrible vacío que siente mi alma...!

[12] ¿Qué otro destino le cabe al hombre sino el de llenar todo el camino con sus dolores, y apurar su cáliz hasta las heces?

[13] Señor, ¿estará escrito en el destino del hombre que sólo pueda ser feliz antes de tener razón o después de haberla perdido?

[14] ¡Morir! ¿Qué significa esto? Los hombres soñamos siempre que hablamos de la muerte. He visto morir a mucha gente; pero somos tan pobres de inteligencia que no sabemos nada del principio ni del fin de la vida.

2 comentarios:

Javier dijo...

Tú lo has dicho, Javier, no precisa comentarios.

Un abrazo.

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

Gracias, Javier, como siempre por tu comentario. Creo, en efecto, que los textos son tan luminosos que es el lector de ellos quien debe sacar sus propias conclusiones.
Un abrazo, Javier.