lunes, 20 de septiembre de 2010

Labordeta: Cantar y callar



La memoria, esa embaucadora infiel, no me deja recordar el nombre del programa de televisión, en blanco y negro, aunque sí el de su presentador, Gonzalo García-Pelayo (creo que se escribía con guión), en el que en una sobremesa de 1974 escuché cantar, sin ver su imagen, por primera vez a José Antonio Labordeta: “Polvo, niebla, viento y sol, y donde hay agua una huerta.” La sorpresa y el estremecimiento ante la hondura, la nobleza y la fuerza de aquella voz me dejaron sin palabras en aquel sofá del cuarto de estar de la casa de mis padres. Compré enseguida el disco, elepé de vinilo, editado por Edigsa, la de los cantautores catalanes. La austeridad del acompañamiento musical, una guitarra sola, y la voz recia, profunda y grave de Labordeta realzaban los textos y las melodías que reflejaban, con cierta tristeza, la realidad aragonesa: “Para Navidad la oliva, para el verano la siega, para el otoño la siembra, para primavera nada.” Así que, escuchando el disco, era como si viéramos “las arcillas viejas, las arcillas pobres”, o “el campo que se agosta”, o “el sacristán que loco por las campanas se desguazó ante el altar.” Todo era autenticidad, desgarro, canto que hundía sus raíces en lo más profundo de la tierra aragonesa.

Como su hermano Miguel, el poeta, también José Antonio “quiso ser palabra sobre el río al amanecer”, y como él, “se nos marchó con un suave silencio que el viento rompió.” El título del disco era en sí mismo una lección ética y lo decía todo Cantar y callar. Fue lo que hizo. Cantó y ahora, por desgracia, le tocó callar, aunque su voz siempre permanecerá entre nosotros. Que la tierra le sea leve en este casi otoño en el que ya “las uvas dulces van por el aire” y lo hacen, como él decía, "reventar de parte a parte.”

5 comentarios:

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Había leído poemas de Miguel y una sentida nota biográfica en una magnífica antología de Miguel Ángel García Posada, pero no se me ocurrió relacionarlo con José Antonio.
Un abrazo.

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

Pues sí, José Miguel y José Antonio le dedicó una maravillosa canción en ese disco del que hablo en la entrada y del que tomo dos versos. Dio clases en el colegio que dirigía el padre de ambos. Aunque era algo mayor que el cantautor, debió de ser para él una influencia directa y un ejemplo en el terreno creativo.
La canción es todo un homenaje entrañable y de una alta calidad humana y poética.
Gracias por el comentario y un abrazo, Javier.

Olga Bernad dijo...

Qué entrada más bonita, Javier.
Yo le oí decir en una entrevista que parecía la viuda de Miguel, porque siempre estaba reivindicándole;-) La canción El poeta es una de las que más me gusta.

Él cantaba sus canciones, yo miraba alrededor y notaba, aunque era muy pequeña, que el paisaje que veía sonaba a esas palabras. Luego comprendí muchas más cosas.

Su hermano Miguel murió en el 69, y toda su poesía se recogió hace unos años en un libro que ahora no encuentro, con un prólogo muy interesante y cuidado que estudiaba toda su trayectoria. Fue una gran idea porque sus obras eran ya inencontrables. En cuanto lo localice os dejaré los datos por si os interesase leerlo.
Saludos.

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

Gracias, Olga, por tu comentario.
Bajo el título de "Obras completas", la poesía de Miguel Labordeta se publicó en la colección "Nueva Biblioteca de Autores Aragoneses", cuya dirección editorial ejercía José-Carlos Mainer.
Estoy de acuerdo contigo, la canción "El poeta" no sólo es una de las mejores de "Cantar y Callar", sino de toda la carrera de Labordeta.
Un abrazo, Javier.

Olga Bernad dijo...

¡Ese! Y yo sigo sin encontrarlo, jolines, un día ordeno toooodos los libros, lo juro;-))))