lunes, 9 de enero de 2012

Julián Marías: hablar por boca ajena



A J.G., que encabezó
la pequeña lista.

Los libros ejercen ciertos efectos sobre sus lectores, pocos o muchos; a veces, durante muchos años, en algunos casos excepcionales, durante siglos. Pero no se suele reparar en los efectos que tienen sobre el autor, que queda modificado por cada uno de ellos, siempre que se trate de libros auténticos, nacidos del fondo de la persona. El libro sobre Ortega había sido de larga elaboración; me había ocupado más tiempo que ningún otro; es decir, había “vivido” en él, sumergido en él durante tres años, inmerso en el empeño de reconstruir su mundo.

Paradójicamente, fue después de la muerte de Ortega cuando más intensa y constantemente me ocupé de él, cuando penetré con mayor hondura en su obra y en la adivinación de su vida, en un extraño experimento mental consistente en ver el mundo –el intelectual y el resto- tal como lo había vivido.

Este intento de reviviscencia de otra vida, este ensayo de trasladarme imaginativamente a mundos ajenos y relativamente pretéritos, me dio experiencias que nunca hubiera poseído. Al acabar de escribir el libro, tenía que ser sensiblemente diferente.

Algunas personas reconocieron que la visión de Ortega iba en adelante a ser otra, y se dieron cuenta de que ello era así porque había sido visto desde una perspectiva a que yo mismo no había llegado antes. Pero al mismo tiempo se consolidó en España la decisión de “no enterarse”, de anular a Ortega por el procedimiento de cerrar los ojos.

No sería sincero si no confesara que esto me produjo alguna desilusión. Soy bastante resistente, quizá por ser muy poco vanidoso, por no interesarme la popularidad, pero cuando se publica un libro es para que sea leído y entendido, para que sirva de algo. Resultaría asombrosa una pequeña lista de personas que no dijeron nada de este libro, simplemente como si no existiera.


Nota. Estas reflexiones, extraídas de las páginas 156 y 157, pertenecen al libro de Julián Marías Una vida presente. Memorias 2 (1951-1975), Alianza Editorial, Madrid, 1989. Apelo a la indulgencia del lector para que perdone la osadía y de paso rogarle que donde dice Ortega ponga Aub, el de Max Aub, novela.

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