jueves, 6 de diciembre de 2018

Tres aforismos de Sánchez Dragó


A Rafael, que piensa que no va a quedar nada

Los aforismos pertenecen, los tres, a la novela La prueba del laberinto (1992):

[1] Amor: ésa es la palabra clave de la teología. De todas las teologías. No conozco otra.

[2] No soy cristiano porque Jesús resucitara o dejase de resucitar, sino por lo que dijo y lo que hizo. Si algún día se demostrara que no resucitó, mi fe seguiría incólume.

[3] Alguien tendría que explicar a la gente que la religión es un hecho estrictamente personal, que para hablar con Dios basta quererlo, que la luz del Espíritu no brilla sólo en el sagrario y que las Iglesias pueden ser, en el mejor de los casos, órganos consultivos, pero no legislativos ni ejecutivos ni, menos aún, judiciales. 

3 comentarios:

Fackel dijo...

No sé cómo interpretarlo, ¿me arroja alguien luz? Es que yo soy de los que piensan también que no va a quedar nada. Gracias.

Francesc Cornadó dijo...

En el tercer aforismo, dice Sánchez Drago "que la religión es un hecho estrictamente personal" y de esto, podríamos deducir que lo más conveniente sería que nadie hablara en público de estas creencias íntimas. Me enseñaron que hablar de intimidades es de mala educación.
Saludos
Francesc Cornadó

Joselu dijo...

Acabo de leer La gravedad y la gracia de Simone Weil y en este ensayo de una densidad extraordinaria, la mística francesa sostiene que se puede orar a Dios sin creer en su existencia. Yo lo he hecho a veces.