martes, 17 de noviembre de 2009

El destino, esa vieja roca muda



Para Tomás Rodríguez Reyes

Navego por la red y visito, como casi siempre hago, los blogs amigos. Entro en Trópico de la Mancha, la bitácora de Tomás Rodríguez Reyes y M. Carmen Gavira, y me encuentro con una espléndida nota de lectura sobre Hölderlin y Henry James. Leo la del poeta romántico y me quedo con una frase: “Para la sociedad –escribe Tomás Rodríguez- era (Hölderlin) un viejo loco, el loco de Tübingen.” Algo se mueve dentro de mí. Me levanto y emprendo la búsqueda del Hiperión. Tardo en dar con él porque cada día mi biblioteca personal está más desordenada. Abro el libro y busco unas cuantas citas subrayadas en antiguas lecturas y me pregunto qué más dará que lo tuvieran por loco, de Tübingen o de donde fuera, si era capaz de escribir frases y sentencias como estas:

[1] Olvídate de que hay hombres, miserable corazón atormentado y mil veces acosado, y vuelve otra vez al lugar de donde procedes, a los brazos de la inmutable, serena y hermosa naturaleza.

[2] No tengo nada de lo que pueda decir: esto es mío.

[3] Ser uno con todo lo viviente, volver, en un feliz olvido de sí mismo, al todo de la naturaleza, ésta es la cima de los pensamientos y alegrías.


[4] El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona.

[5] El niño es un ser divino hasta que no se disfraza con los colores de camaleón del adulto.

[6] ¡Cómo odio a todos esos bárbaros que creen ser sabios porque ya no tienen corazón, a todos esos monstruos groseros que matan y destruyen de mil modos la belleza juvenil con su mezquina e irracional disciplina!

[7] Eso es lo que nos hace pobres en medio de toda riqueza, que no podamos estar solos, que el amor no muera en nosotros por mucho que vivamos.

[8] ¿Qué sería la vida sin esperanza? Una chispa que salta del carbón y se extingue, o como cuando se escucha en la estación desapacible una ráfaga de viento que silba un instante y luego se calma, ¿eso seríamos nosotros?

[9] Las olas del corazón no estallarían en tan bellas espumas ni se convertirían en espíritu, si no chocaran con el destino, esa vieja roca muda.


Nota. Las citas proceden de la edición "Libros Hiperión", de la 1ª edición, de abril de 1976, traducción y prólogo de Jesús Munárriz.

7 comentarios:

Tomás Rodríguez Reyes dijo...

Me agradan estos ejercicios de intertextualidad y de lecturas cruzadas que se cruzan y matizan. Gracias miles por la referencia. Salud, siempre.

José Miguel Ridao dijo...

Me ha impresionado la tercera cita: "El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona". Es una gran verdad. Somos dioses y mendigos, pero sobre todo mendigos, necesitamos limosnas.

Un abrazo, Javier.

Luis Valdesueiro dijo...

Javier, la lectura de tu entrada me ha empujado a levantarme y buscar mi Hiperión: la primera edición, y también subrayado,con lápiz rojo... Lo abro al azar, y encuentro esta clarividente sentencia: Ser uno con todo, ésa es la vida de la divinidad, ése es el cielo del hombre. Este Hölderlin, que llegó años después de las novelas de Hesse, creo que para muchos marcó una época.

Gemma dijo...

Estuvimos en Tubinga no hace mucho y tuvimos ocasión de ver la casa de Hölderlin. Toda la ciudad es de cuento de hadas, y su casa daba precisamente al río en mitad de un paisaje de ensueño, río que bordeaba un paseo de plátanos frondoso y muy romántico por la orilla opuesta.

Ya veo que mientras Hölderlin y tú os ocupáis del destino, yo ando a vueltas con la Fortuna... ;-)
Un abrazo

David dijo...

Gracias por traer estos versos de Hölderling. Me han dado ganas de intentar leerlo otra vez. Saludos

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Javier y Tomás, dos genios literarios.

Un abrazo a ambos.

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

Gracias Tomás por tu entrada, que provocó la mía y estos comenatrios que seguro has leído. Los blogs tienen esto, unas entradas llevan a otras y estas a otras nuevas a su vez.

José Miguel, no sólo es esa sentencia la que impresiona sino el libro en su conjunto. ¡Qué verdad tan verdad, somos mucho más mendigos que dioses!

Fantástica la cita que añades, Luis. En efecto, esa fue una lectura generacional, y Hesse, también. En mi caso fue al revés, primero el novelista y luego el poeta.

Me pones, Gemma, con tu comentario los dientes largos. Nunca he estado en Tubinga, aunque haya estado allí con la imaginación leyendo los textos del poeta.

Gracias Arturo, es Hölderlin un autor al que, sin abusar, se puede y se debe volver. Bienvenido a esta bitácora literaria.

Aquí, Javier, los genios serán el poeta y Tomás que con su estupenda entrada ha provocado esta torrentera de palabras.

Un fuerte abrazo a todos y miles de gracias por enriquecer las entradas con tan sabrosos comentarios. Javier.