martes, 30 de septiembre de 2014

El paso de los años: García Morales


La misma tarde en que compré el libro cuya portada ilustra esta entrada, en la Feria del Libro de Ocasión de Barcelona, tuve noticia del fallecimiento de la escritora Adelaida García Morales. Entablé conversación con la librera, una señora muy culta y elegante, acerca de la obra de la autora. Me enseñó un recorte de periódico en que aparecía la noticia de su adiós. Charlamos acerca de El sur, de la película de Víctor Erice, de sus anteriores obras y le dije que me había hecho ilusión encontrar una primera edición de un libro suyo que no leí en su tiempo. Un cliente desvió la atención de la librera y entendí que la conversación había terminado. Me fui pensando, con cierta nostalgia, en los años ochenta, cuando leí por primera vez a García Morales. Pensé también en que el mejor homenaje que se puede hacer a un escritor es leer sus obras, así que me propuse leer durante el fin de semana la obra que había comprado. Lo hice y me confirmó ese tono de tristeza, de melancolía que predomina en muchas de las novelas de la autora y además, en esta, un clima inquietante; así se expresa Irina, la joven que pretende en vano el amor de Héctor:

Solo puedo pensar en una palabra: tedio. Una palabra enorme y única que lo llena todo. Invade mi mente y el espacio que me rodea. Tedio. Como si fuera una palabra sembrada a mi alrededor que me envuelve y me oprime. No hay nada más. Linda con el vacío más absoluto. Mi mente está cegada por una blancura vacía, solo tedio repite una vez y otra mi pensamiento.
Me uno desde estas páginas al dolor de sus familiares y amigos. Descanse en paz Adelaida García Morales. Gracias por su obra, por su literatura.

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