viernes, 31 de agosto de 2012

Fernando de Rojas: sentencias breves



Es forçoso el hombre amar a la mujer y la mujer al hombre.

El que verdaderamente ama es necesario que se turbe con la dulçura del soberano deleite.

¿No vees tú que es necedad o simpleza llorar por lo que con llorar no se puede remediar?

Los peregrinos tienen muchas posadas y pocas amistades.

La natura huye lo triste y apetece lo delectable.

De los hombres es errar, y bestial es la porfía.

A quien dizes el secreto, das tu libertad.

No es cosa más propia del que ama que la impaciencia; toda tardança les es tormento; ninguna dilación les agrada.

Todo es assí, todo passa desta manera, todo se olvida, todo queda atrás.

Todo lo puede el dinero: las peñas quebranta, los ríos passa en seco, no hay lugar tan alto que un asno cargado de oro no suba.

Ninguno es tan viejo que no pueda vivir un año, ni tan moço que hoy no pudiesse morir.

La prolixidad es enojosa al que oye y dañosa al que habla.

Es menester que ames si quieres ser amado.

A las obras creo, que las palabras de balde las venden dondequiera.

La mocedad ociosa acarrea la vejez arrepentida y trabajosa.

El plazer no comunicado no es plazer.

La necesidad y pobreza, la hambre, que no hay mejor maestra en el mundo, no hay mejor despertadora y avivadora de ingenios.

Nunca alegre vivirás si por voluntad de muchos te riges.

El tiempo, según me parece, se nos va, como dizen, dentre las manos. Corren los días como agua de río; no hay cosa tan ligera a huir como la vida.

Ninguna virtud hay tan perfecta que no tenga vituperadores y maldizientes.

Vale más un día del hombre discreto que toda la vida del necio y simple.

Cuando el coraçón está embargado de passión, están cerrados los oídos al consejo, y en tal tiempo las fructuosas palabras, en lugar de amansar, acrecientan la saña.


Nota. Que los clásicos son un pozo de sabiduría, una escuela de vida y un acicate para el conocimiento lo demuestra sobradamente la obra de Fernando de Rojas La Celestina. Releyéndola, lápiz en mano, en las plácidas horas de sol junto al mar y en el preludio de la siesta sosegada, me encuentro con estas, y muchas otras que no puedo incluir ahora, sentencias breves que traigo aquí para quien pase por estas páginas volanderas y quiera leer al menos una de ellas, vale la pena.

sábado, 11 de agosto de 2012

Shakespeare: aforismos


[1] Los hombres son dueños de sus destinos en cierto momento. La culpa, querido Bruto, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros, que no somos más que esclavos. (Julio César)

[2] El amor es un humo que sale del vaho de los suspiros; al disiparse, un fuego que chispea en los ojos de los amantes; al ser sofocado, un mar nutrido de lágrimas de los amantes; ¿qué más es? Una locura muy sensata, una hiel que ahoga, una dulzura que conserva. (Romeo y Julieta)

[3] ¿Qué es un hombre si su principal bien y la adquisición de su tiempo es solo dormir y comer? Una bestia, nada más. (Hamlet)

[4] No busques siempre, con los párpados bajos, a tu noble padre en el polvo: ya sabes que es lo común, que todo lo que vive ha de morir, pasando a la eternidad a través de la naturaleza. (Hamlet)

[5] Mi vida no me importa el precio de un alfiler. (Hamlet)

[6] Las cosas sin ningún remedio no deben volverse a considerar: lo que está hecho, hecho está. (Macbeth)

[7] La vida es solo una sombra caminante, un mal actor que, durante su tiempo, se agita y se pavonea en la escena, y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, y que no significa nada. (Macbeth)

Nota. Leo estas obras de Shakespeare y me salen al paso estos aforismos intertextuales que no me resisto a dejar aquí. La traducción es de José María Valverde, de las ediciones de Clásicos Universales Planeta.