Mostrando entradas con la etiqueta San Juan de la Cruz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta San Juan de la Cruz. Mostrar todas las entradas

viernes, 12 de septiembre de 2014

Verdadera libertad de espíritu


CANCIÓN XXXV

En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.

DECLARACIÓN. Dos cosas hace en esta canción el Esposo. La primera, alabar la soledad en que antes el alma quiso vivir, diciendo cómo fue medio para en ella hallar y gozar a su Amado a solas de todas las penas y fatigas que antes tenía; porque como ella se quiso sustentar en soledad de todo gusto y consuelo y arrimo de las criaturas por llegar a la compañía y junta de su Amado, mereció hallar la posesión de la paz de la soledad en su Amado, en que reposa ajena y sola de todas las dichas molestias.
   La segunda, es decir que, por cuanto ella se ha querido quedar a solas de todas las cosas criadas por su querido, él mismo enamorado de ella por esta su soledad, se ha hecho cuidado de ella, recibiéndola en sus brazos, apacentándola en sí de todos los bienes, guiando su espíritu a las cosas altas de Dios. Y no solo dice que él es ya su guía, sino que a solas lo hace sin otros medios, ni de ángeles ni de hombres, ni de formas ni de figuras, por cuanto ella por medo de esta soledad tiene ya verdadera libertad de espíritu, que no se ata a alguno de estos medios.

San Juan de la Cruz, Poesías completas y otras páginas, edición de José Manuel Blecua, Biblioteca Clásica Ebro nº 68, Zaragoza, 1974; cita de la página 102.

lunes, 2 de noviembre de 2009

San Juan de la Cruz: Avisos y Sentencias Espirituales


Releyendo la obra poética de San Juan de la Cruz, en la edición que preparó don José Manuel Blecua para Clásicos Ebro, además de volverme a maravillar ante la enorme calidad de los versos del místico, me topo, y la verdad es que los tenía echados en olvido, con estos "Avisos y Sentencias Espirituales" y se me antoja que su utilidad puede ser mucha para quien bien los lea y, desde luego, estoy seguro que provocarán en quien lo haga más de una reflexión. Procedo pues a copiarlos:

1. Cuanto más te apartes de las cosas terrenas, tanto más te acercas a las celestiales y más hallas en Dios.

2. Quien supiere morir a todo, tendrá vida en todo.

3. Apártate del mal, obra el bien y busca la paz.

4. Quien se queja o murmura no es perfecto ni aun buen cristiano.

5. Humilde es el que se esconde en su propia nada, y se sabe dejar a Dios.

6. Manso es el que sabe sufrir al prójimo y sufrirse a sí mismo.

7. Quien de sí propio se fía, peor es que el demonio.

8. Quien obra con tibieza, cerca está de la caída.

9. Mejor es vencerse en la lengua, que ayunar en pan y agua.

10. Si quieres ser perfecto vende tu voluntad y dala a los pobres de espíritu, y ven a Cristo por mansedumbre y humildad, y síguele hasta el calvario y sepulcro.


Nota. Cada vez que releo uno de estos viejos volúmenes de la colección "Clásicos Ebro", vuelvo a recordar a don José Manuel Blecua cuando entraba a una de las viejas aulas del Patio de Letras de la Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona y distribuía entre nosotros los ejemplares, que en número de veinte o veinticinco traía cada día a clase: "Lean y fíjense bien", nos decía con su peculiar ceceo. En estos libritos leí a Garcilaso, a San Juan, a Fray Luis, entre otros, guiado siempre por la mano maestra y el comentario sabio de don José Manuel Blecua. "Que nadie lo miraba, / Aminadab tampoco parecía, / y el cerco sosegaba, / y la caballería / a vista de las aguas descendía."