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sábado, 28 de marzo de 2015

Unamuno: los hunos y los hotros


Estremece volver a leer este libro, que no pudo llegar a ser, de Miguel de Unamuno. Releyendo sus notas manuscritas, la transcripción de esos apuntes y la glosa y el brillante estudio de Carlos Feal, se llega a la conclusión de que, de haber podido el escritor desarrollarlo, hubiera sido uno de los sus libros más clarividentes y estremecedores. Pero no pudo ser, quedaron los apuntes que editó Alianza Tres en su día, 1991, pero no el libro que hubiera escrito Unamuno. 

Traigo aquí, como ejemplo, estas luminosas palabras del escritor vasco glosadas por Feal:

Unamuno considera un atentado contra la unidad nacional el deseo de destruir materialmente al enemigo. Ya que la vida humana es conflicto, lucha íntima o de unos con otros, exige la permanencia o actividad de los rivales, sean éstos aspectos contradictorios de uno mismo o individuos diferentes. Aniquilar al otro equivale a la propia aniquilación, a dejar de ser uno para transformarse en "huno", generador implacable de un "hotro"; esto es, incapaz de verse a sí mismo como otro: "No son unos españoles contra otros -no hay Anti España- sino toda España -escribe Unamuno-, una, contra sí misma. Suicidio colectivo".  

viernes, 28 de marzo de 2014

El 98 y España: Miguel de Unamuno / 3


En su libro En torno al casticismo, publicado en 1895, escribió Unamuno lo que sigue:

Fue grande el alma castellana cuando se abrió a los cuatro vientos y se derramó por el mundo, luego cerró sus valvas y aún no hemos despertado. Mientras fue la casta fecunda no se conoció como tal en sus diferencias, su ruina empezó el día en que gritando: "¡Mi yo, que me arrancan mi yo!", se quiso encerrar en sí.
     ¿Está todo moribundo? No, el porvenir de la sociedad española espera dentro de nuestra sociedad histórica, en la intrahistoria, en el pueblo desconocido, y no surgirá potente hasta que le despierten vientos o ventarrones del ambiente europeo.
     Eso del pueblo que calla, ora y paga es un tropo insustancial para los que más le usan y pasa cual verdad inconclusa entre los que bullen en el vacío de nuestra vida histórica que el pueblo es atrozmente bruto e inepto.
     España está por descubrir, y solo la descubrirán españoles europeizados.

Nota: El retrato de Unamuno se debe a Gutiérrez Solana.

viernes, 13 de abril de 2012

De Papini a Unamuno



En la entrada de ayer incluí un fragmento de la “Oración a Cristo” que Giovanni Papini editó al final de su Historia de Cristo, libro de 1921. Como es sabido, se trata de un libro escrito por alguien que recupera la fe y se convierte al cristianismo. Por consiguiente, el libro es visceral, escrito desde la fe del converso. Sin embargo, en la oración duda, pide, casi exige, una señal, lo que viene a demostrar que su fe busca un fundamento más o menos “racional”, una señal al menos que la corrobore y la consolide, la justifique.
     Papini se consideraba, como declaró poco antes de morir “un Unamuno mancato”, esto es, un Unamuno fallido. En uno de sus poemas, don Miguel incluye estos versos, coincidentes en grado sumo con la necesidad manifestada por Papini en su oración:

Una señal, Señor, una tan solo,
una que acabe
con todos los ateos de la tierra;
una que dé sentido
a esta sombría vida que arrastramos.
¿Qué hay más allá, Señor, de nuestra vida?
Si Tú, Señor, existes,
¡di por qué y para qué, di tu sentido!
¡di por qué todo!