Mostrando entradas con la etiqueta Baroja. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Baroja. Mostrar todas las entradas

jueves, 18 de marzo de 2021

Curarse las melancolías caminando y leyendo.



Un amigo y yo solíamos, no hace tanto tiempo, empezar el año regalándonos mutuamente un libro de Baroja. En enero, en medio de la pandemia, retomamos esta sana costumbre. Un ejemplar de la edición de Renacimiento, de 1913, de Camino de perfección fue el libro elegido por mi amigo. 
    Camino de perfección es una de las dos grandes novelas, señaladas por Mainer, que se publicaron en 1902; la otra es La voluntad, de Azorín. Añade Mainer, Amor y pedagogía, de Unamuno, también de 1902, y luego los libros de tres poetas simbolistas publicados en 1903 como ejemplos de la renovación literaria que se produjo a principios del siglo pasado: Soledades, de Antonio Machado, Arias tristes, de Juan Ramón Jiménez y La paz del sendero, del novelista Ramón Pérez de Ayala.  
    Releyendo el libro de Baroja semanas atrás, libro en el cual Jorge Campos cree advertir que lo importante es la atracción que Baroja parece sentir hacia Nietzsche y cómo esta se manifiesta en la novela, que "es un peregrinar de alguien que huye tanto de un ambiente que le ahoga como de sí mismo", me llama la atención el encuentro entre un personaje llamado Max Schultze, de Nuremberg, de viaje por España por simpatía y curiosidad hacia nuestro país, y el protagonista, Fernando Ossorio. 
    Mientras caminan y dialogan, Schultze le dice a Ossorio, quien le confiesa que "cada día tengo motivos nuevos de horror; mi cabeza es una guarida de pensamientos vagos que no sé de donde brotan", lo siguiente:

- Para esa misticidad, el mejor remedio es el ejercicio. Yo tuve sobreexcitación nerviosa, y me la curé andando mucho y leyendo a Nietzsche. ¿Lo conoce usted?

Como quiera que Ossorio le responde que no, pero que ha oído decir que su doctrina es la glorificación del egoísmo, Schultze le responde:

- ¡Cómo se engaña usted, amigo! Crea usted que es difícil de representarse un hombre de naturaleza más ética que él; dificilísimo hallar un hombre más puro y delicado, más irreprochable en su conducta. es un mártir.

Dice Jorge Campos que a partir de ahí, del encuentro con ese extraño personaje que recomienda caminar y leer para curarse las melancolías, las "sobreexcitaciones nerviosas", lo que hoy llamaríamos depresiones, Fernando Ossorio "intentará vencer en sí mismo la tendencia depresiva cristiana y adoptar la actitud vitalista ascendente y ese es su verdadero camino de perfección". 

Pues eso, curarse las melancolías caminando y leyendo.

jueves, 20 de marzo de 2014

El 98 y España: Pío Baroja / 1


En octubre de 1912 y recién instalado en "Iztea", fechó Pío Baroja El aprendiz de conspirador, primera novela de las Memorias de un hombre de acción. De ella tomo este diálogo entre Martín Zurbano, un contrabandista de Varca, y Eugenio de Aviraneta sobre lo que es o no necesario para España:

- Aquí se necesita un hombre, Aviraneta.
- Aquí se necesita un pueblo, Zurbano.
- Yo estoy convencido de que en España, hoy, lo mejor sería una dictadura militar, una dictadura de un hombre justo, valiente, que supiese sentar las costillas a todo el que quisiera salirse de la ley.
- No, Martín -contestó Aviraneta-; no estoy conforme. España no necesita más que una dictadura: la de la justicia, la de la inteligencia, la de la libertad. Nada de fuerza, nada de soldados que quieran imitar a Napoleón. El poder civil debe estar siempre por encima del poder militar. El ejército no debe ser más que el brazo de la nación, nunca la cabeza.