
Se ha escrito mucho sobre la vida de Lope de Vega, desde la memorable y documentadísima biografía de Hugo A. Rennert y Américo Castro, que leí y disfruté en el curso de doctorado que impartió José Manuel Blecua, pasando por el Lope en silueta de Azorín o el Lope de Vega, de Zamora Vicente, hasta otros trabajos como Lope: Vida y valores de Francisco Márquez Villanueva. Sin embargo, quiero referirme en esta entrada de hoy a un texto curioso de Fernando Lázaro Carreter: Lope de Vega. Introducción a su vida y su obra, que editó Anaya en 1966 y que releído ahora causa mi asombro. He mencionado la fecha de edición y la editorial porque tal vez tengan algo que ver en el contenido del fragmento que incluyo aquí. Lázaro, al comentar la vida del gran dramaturgo barroco, escribe un sorprendente "Pórtico" que dice lo siguiente:
"PÓRTICO:
Adelantamos que la vida de este español insigne no es edificante. La contradicción parece gobernar su vivir apasionado. Menéndez Pelayo lo definió, con frase célebre, como fervoroso creyente aunque gran pecador.
Ello exige de nuestra parte un esfuerzo de ecuanimidad, ante un espíritu tan remoto y, en muchos aspectos, tan grande. A los hechos que vamos a conocer, antepongamos la conciencia de que su protagonista contribuyó decisivamente a la formación del espíritu de España y que nos legó imperecederos monumentos de arte."
¿Por qué no es "edificante" la vida de Lope? ¿Qué vivir no está presidido por la contradicción? ¿Por qué es Lope un espíritu remoto cuya vida debe quedar en segundo y oscuro plano, quien sabe si por inmoral, para resaltar su contribución a la formación del espíritu español? ¿Acaso no debe contarse el soneto escrito evocando la muerte de Marta de Nevares, su última mujer, o "pecado" o "contradicción" para algunas mentes estrechas, es que no debe contarse, digo, ese soneto que acaba: "Permíteme callar sólo un momento: / que ya no tienen lágrimas mis ojos, / ni conceptos de amor mi pensamiento" entre lo mejor y más logrado del Lope lírico sin tener en cuenta que su inspiración procede directamente de la experiencia de esos amores "pecaminosos" que algunos consideran poco "edificantes"? Asusta pensar las prevenciones ante la vida de Lope y da cierta pena releer los libros en que se formaban los escolares españoles de aquel tiempo. En fin, qué se le va a hacer. Estoy seguro de que Fernando Lázaro hubiera dirigido un buen dardo contra sus propias palabras de haberlas recordado en su momento.