viernes, 9 de octubre de 2009

Segovia

SEGOVIA

Dime si tú, Segovia,
lo viste cruzar un día,
como una sombra errante,
la agria melancolía
de tus plazas y tus calles.


Dime si es verdad
que una mañana de abril
lo viste alejarse solitario
después de haber dejado
ondeando la bandera tricolor
en el aire libre de tu cielo.


Dime, Segovia, lejana,
si también es verdad
que lloró la muerte
del mejor de tus capitanes,
escultor de luz y piedra,
Emiliano Barral, muerto
en los arrabales de Madrid
defendiendo las libertades
de un pueblo humillado
y ofendido durante siglos.


Dime, Segovia, qué queda
hoy de su encuentro con Guiomar
en la luz de tus atardeceres,
en la soledad de tus noches
de primavera, rumor de álamos,
viento del desamparo.


Dime, en fin, Segovia,
si lo recuerdas serio,
ensimismado en sus adentros,
meditabundo y silencioso,
con la ceniza del cigarro
en la solapa del gabán,
la mirada perdida en quién
sabe qué lejanías imprecisas,
siempre masticando versos,
desarbolando imágenes,
soñando una España mejor
que dejara de ser un trozo
de planeta por donde cruza
errante la sombra de Caín.



Dime, Segovia, qué queda
al correr de los años
en ti de su memoria.


Nota. La fotografía que ilustra la entrada es la fachada de la casa museo del poeta en Segovia. Este poema, junto al dedicado a Burgos y a Salamanca, ya publicados en la sección de poesía de este blog, forma parte de una suite castellana que voy dando a conocer en esta bitácora. El busto de Machado, de Pablo Serrano, es el del instituto de Soria.

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