viernes, 9 de mayo de 2014

La muerte a destiempo



Me golpea la noticia, mientras tomó el primer café de la mañana, del terrible accidente que ha costado la vida, en edades tan tempranas, a cinco jóvenes en Extremadura. Nunca se está preparado para la muerte y menos cuando llega tan a destiempo. Pienso en aquellos versos de Manrique: "No se engañe nadie, no, / pensando que ha de durar / lo que espera / más que duró lo que vio, / pues que todo ha de pasar / por tal manera." Anoche subrayé, en el libro que estoy leyendo, Niños en el tiempo, de Ricardo Menéndez Salmón, el siguiente aforismo sobre la brevedad de la vida: 

La vida, escribirá Beda con palabras que parecen de mármol pero pesan menos que la lluvia, es un pájaro que sale volando de la oscuridad, aletea mientras cruza por un salón iluminado y regresa a la negrura de la que surgió. 

De pronto esa metáfora, al hilo de las vidas segadas en edad tan inadecuada, cobra un sentido trágico y hace que sea consciente, por un instante, de lo poco que pensamos, inmersos en el tráfago cotidiano, en que en cualquier momento se puede quebrar el débil hilo que nos une a la vida. Mi más sentido pésame, desde estas páginas de literatura y vida, a las familias.

Nota. La foto, como otras ya publicadas en este blog, la tomé en Portbou, en el monumento "Pasajes" de Dani Karavan dedicado a la memoria de Walter Benjamin. 

2 comentarios:

Joselu dijo...

Recuerdo en mis años de colegio religioso -áridos y grises- que frecuentemente nos alertaban de estar dispuestos para la muerte que podía suceder en cualquier momento porque dependía de la voluntad de Dios. Debíamos estar en gracia de Dios para enfrentarnos a ese misterio. La sociedad laica en que vivimos ha prescindido del pensamiento religioso en tus totalidad, en lo malo pero también en lo bueno. En esta sociedad la muerte no existe como perspectiva real de las personas. Se oculta totalmente y se considera como un error, como un fracaso, como un hecho totalmente negro sin ningún sentido y que se elude por completo.

La muerte por un absurdo shakespeariano de estos muchachos nos trae de nuevo la realidad de la muerte y no lo entendemos. En secundaria y bachillerato deberíamos hablar de la muerte desde una perspectiva real y posible para estar preparados ante ella. De hecho nuestra vida no es otra cosa que la preparación para la muerte. Yo no soy capaz de encontrarle otro sentido. Cada instante de mi vida es una antesala de la muerte. En algunos momentos me considero ya como un cadáver ambulante, lo que soy en potencia. Eso impele a vivir la vida más profundamente puesto que es efímera y efecto de la gracia (no me refiero al concepto religioso), pero sí que en alguna manera es importante estar en gracia, preparados para morir porque nadie sabe ni el día ni la hora. Detrás de la muerte de estos muchachos se esconde un misterio muy profundo. No es el gran absurdo. O sí. No sé.

Un abrazo.

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

Gracias por tu lúcido comentario una vez más, Joselu.

Un fuerte abrazo, Javier.