domingo, 25 de enero de 2015

Caminos del exilio: La Vajol



Llegamos a La Vajol cuando ya casi caía la tarde. La luz de enero declinaba y entristecía ciertamente el paisaje. Hacía frío y abrigados recorrimos los senderos que bordean la pequeña población. Bosques de hermosas encinas. El suelo abrigado de bellotas desperdigadas. El monumento al exilio revive un instante de la tragedia que por aquí, en estos y otros parajes similares, se vivió en tal mes como este del año de 1939. 






Alguna casa de este pueblo sirvió de última morada en España al presidente Manuel Azaña. Él mismo se encargó de contarlo en una larga "Carta a Ángel Ossorio", recogida en Memorias de guerra 1936-1939, publicado por Grijalbo en 1996. Escribe allí el presidente Azaña:

Mientras tanto en La Vajol ocurrían algunos incidentes extraños. Más allá de la minúscula aldea, atestada de refugiados, el camino corre por una meseta pintoresca, y se bifurca. La rama de la derecha pasa junto a una masía, una gran casa, ya muy estropeada, y remonta a un puertecito, a pocos cientos de metros, que es la frontera. La rama izquierda desciende a un barranco, hasta cierta mina de no sé cuál sustancia. En la mina, aprovechando sus instalaciones, y en otras construidas para el caso, estaban depositados los cuadros que no cupieran en Perelada, y joyas y otros objetos que según me dijo Negrín valían 200 millones.





Estuvimos aquí hace un montón de años, cuando recorrimos por primera vez los caminos del exilio. Nos detuvimos a fotografiar el paisaje que seguramente verían, si es que en aquellos días hubo alguno con la suficiente claridad como para contemplarlo y si es que el presidente y sus acompañantes quisieron salir al camino una tarde, tal vez parecida a la que dedicamos nosotros a visitar estos lugares, para asomarse y ver la tierra catalana que estaban en trance de perder de un día para el otro, verían, digo, Azaña y los que estaban con él, la soberbia vista de la plana del Ampurdán con la bahía de Rosas al fondo, perdida entre la última bruma de la tarde, que desfiguraba suavemente el paisaje.



Por ese mismo camino, que hoy está asfaltado y por el que se conduce cómodamente, se llega a la cima del Coll de Manrella, hoy paso franco hacia Francia; seguro que por ahí cruzarían también la frontera entonces muchas personas. Hay allí erigido un monumento a la memoria de Lluís Companys. El paso fronterizo está hoy abierto como pista forestal después de muchos años de estar cerrado.






Sin embargo, Azaña y Negrín se exiliaron por el Coll de Lli, por donde lo harían con una hora o algo más de retraso los presidentes Aguirre y Companys. Hay allí, en el lugar por donde dejaron a la sola y desdichada España, como dijo Cervantes en La Numancia, una placa conmemorativa del evento histórico y una panel con datos para el que quiera leerlo.





Así narró Azaña su salida de España en la carta a Ángel Ossorio, quien sustituyó a Luis Araquistáin como embajador en Francia tras la caída del gobierno de Largo Caballero:

El domingo 5, a las 6 de la mañana, emprendimos el camino del destierro. Éramos una veintena de personas, Martínez Barrio no se había olvidado de Companys, pero como el séquito del Presidente de la Generalidad le pareció a Martínez Barrio demasiado numeroso y abigarrado, creyó mejor que no saliese en nuestra compañía. Citó a Companys en La Vajol, pero con una hora de retraso; así, cuando llegase, ya habríamos salido nosotros y él seguiría el mismo camino. Nos acomodamos en los coches de la policía, capaces de trepar por aquel derrumbadero. Hicimos luego el resto del camino a pie. Ya en lo alto apenas clareaba, los bultos de los carabineros, cuadrados con mucho respeto, nos vieron pasar. El descenso, por una barrancada cubierta de hielo, fue difícil.






Nos marchamos de La Vajol cuando ya anochecía. El frío era muy intenso. Camino de La Jonquera, nos detuvimos en las afueras de Agullana, para ver el Mas Perxès, el lugar donde estuvo Companys y un grupo de políticos e intelectuales que le acompañaban. 



Allí otra vez los bosques de encinas y los paneles informativos de las rutas del exilio.





El trazado sinuoso nos condujo, finalmente, hasta la carretera de La Junquera y después nos perdimos por los caminos del Ampurdán rumbo a casa. Azaña en la memoria. La nostalgia del pasado asaltando una vez más los días del presente.


Al llegar a casa busqué en las estanterías de mi biblioteca la edición del libro de Josep Pernau Diario de la Caída de Cataluña, Ediciones B, Barcelona, 1989, y leí el siguiente pie de foto referido a la que ilustra la portada del libro y que sirvió de base para el monumento al exilio erigido en La Vajol:

Cincuenta años median entre las dos imágenes (la mencionada y una de los dos hermanos en una calle de Barcelona, obra de Pere Monés), pero algunos de los personajes son los mismos: son Alicia Gracia Bamala, que en la fotografía histórica aparece de la mano de su padre y su hermano Antonio, que es el chico que se ve en tercer lugar. El del centro, el hermano menor, Amadeo, vive también (al menos, en 1989). Fueron protagonistas de una historia que empezó a escribirse en Monzón, Huesca, siguió por Cataluña y terminó en Francia.
   


Antes de dormirme, agotado por el intenso día de emociones vividas o revividas, porque estuvimos aquí muchos años atrás, cuando aún no había paneles informativos, releo el inicio del poema "1936", de Luis Cernuda, perteneciente a Desolación de la quimera:

Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,
Cuando asqueados de la bajeza humana,
Cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.

Nota. Las fotos las tomamos el sábado tres de enero de 2015, excepto la de la Mina Canta o Mina de Negrín y, claro, la de Negrín y Azaña, que no se corresponde al momento de la salida de España. Ambas las tomé de la red.

2 comentarios:

Paz Sanz dijo...

Me encanta este post, Javier. Yo el pasado noviembre hice el camino del exilio de Port Bou a Collioure y las playas de Argeles sur mer y Saint-Cyprien. En la frontera de Port Bou y Cerbere también hay carteles explicativos del exilio español. fue un viaje muy emocionante.

Un saludo

Mª Paz Sanz

Javier Quiñones Pozuelo dijo...

Gracias por tu comentario, Paz.
Como bien sabes, hay toda un ruta de itinerarios del exilio de los republicanos a Francia en enero y febrero de 1939. Yo he recorrido algunos de esos itinerarios y de algunos decidí hacer un entrada en este blog.
Comparto contigo el sentimiento de emoción al recorrer y pisar la tierra por la que en aquellos difíciles momentos transitaron personas tan ilustres de quienes hemos aprendido mucho, como don Manuel Azaña, entre otros.
Me gusta mucho verte por estas páginas volanderas.
Un abrazo, Javier.