sábado, 19 de marzo de 2016

De San Agustín a Camilo José Cela: Dios y el tiempo



En el "Capítulo XIV" del "Libro Undécimo" de las Confesiones, en traducción del humanista, escritor y fraile agustino Ángel Custodio Vega, escribe san Agustín lo siguiente sobre el tema de la creación y el tiempo:
No hubo, pues, tiempo alguno en que tú no hicieses nada, puesto que el mismo tiempo es obra tuya. Más ningún tiempo te puede ser coeterno, porque tú eres permanente, y este, si permaneciese, no sería tiempo. ¿Qué es, pues, el tiempo? ¿Quién podrá explicar esto fácil y brevemente? ¿Quién podrá comprenderlo con el pensamiento, para hablar luego de él? Y, sin embargo, ¿qué cosa más familiar y conocida mentamos en nuestras conversaciones que el tiempo? Y cuando hablamos de él, sabemos sin duda qué es, como sabemos o entendemos lo que es cuando lo oímos pronunciar a otro. ¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.
En 1999 publicó Camilo José Cela la que a la postre sería su última novela, Madera de boj. En ella, escribe Cela, de quien este año de 2016 se cumple el centenario de su nacimiento en Iria Flavia, sobre el tema de Dios y el tiempo, motivo de esta entrada de hoy:
La mar no se paró nunca desde que Dios inventó el tiempo hace ya todos los años del mundo, Dios inventó el mundo al mismo tiempo que el tiempo, el mundo no existía antes del tiempo, la mar no se cansa nunca, el tiempo no se cansa nunca, ni el mundo, que cada día es más viejo pero tampoco se cansa nunca, la mar se traga un barco o cien barcos, se lleva un marinero o cien marineros y sigue murmurando con su voz afónica, con su voz de borracho triste y pendenciero, amargo y peleón.
La personificación y la metáfora A de B, con su desgarradora enumeración, tiene el poder de evocar esas vidas en el tiempo, en el Finis Terrae, en la Costa da Morte, donde naufragan las embarcaciones a merced de Dios y el tiempo, que no tiene vuelta atrás, aunque se le trate con "inteligencia y cariño", como dice en un momento de la novela el narrador.
Nota. La cita del San Agustín procede de Confesiones, introducción de José Luis Aranguren y traducción y notas de Ángel Custodio Vega, Col. Bruguera Libro Clásico 159, Editorial Bruguera, Barcelona, marzo de 1984, 423 pp: cita de la pág. 328. La de Camilo José Cela de Madera de boj, Col. Espasa Narrativa, Editorial Espasa, Madrid, 1999, 323 pp.; cita de la pág. 13. La ilustración es un cuadro de Sandro Botticelli.

1 comentario:

Rafael Hidalgo dijo...

Me pongo a leer tranquilamente las entradas de tu blog (varias han sido relecturas, como las de Bruselas), y me topo con San Agustín y sus confesiones sobre por ¿casualidad? acababa de escribir. Hablando de tiempo de y Agustín de Hipona, hay que reconocer que hay actualidades que pueden durar 1600 años.

Saludos cordiales.