lunes, 4 de abril de 2016

Cervantes: por los pasos de la virtud



 Después de la victoria sobre el Caballero de los Espejos, que no es otro que el bachiller Sansón Carrasco, don Quijote y Sancho se encuentran en el camino con don Diego de Miranda, a quien don Quijote nombrará como el Caballero del Verde Gabán. Este caballero, "prototipo de persona discreta, instruida, acomodada, de buenas y sanas costumbres" -en palabras de Martín de Riquer-tiene un hijo de dieciocho años que, tras haber estudiado en Salamanca las lenguas latina y griega, en vez de proseguir sus estudios en Leyes o en Teología, decide seguir su inclinación hacia la poesía, lo que causa algún malestar en su padre. Mantiene don Diego un diálogo con don Quijote en el que este, lleno de cordura, reflexiona sobre la educación de los hijos con estas sabias palabras que hoy traigo aquí, a estas páginas volanderas:

Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y, así, se han de querer, o buenos o malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida. A los padres toca encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad; y en lo de forzarles que estudien esta o aquella ciencia, no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles no será dañoso, y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendo tan venturoso el estudiante que le dio el cielo padres que se lo dejen, sería yo de parecer que le dejen seguir aquella ciencia a que más le vieren inclinado; y aunque la poesía es menos útil que deleitable, no es de aquellas que suelen deshonrar a quien las posee.

Ensalza don Quijote la poesía y dice que "está hecha de una alquimia de tal virtud que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio" y anima a don Diego a respetar la inclinación de su hijo por el arte de la versificación. Todo un ejemplo de admirable cordura.

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